Microsoft, 10 años después de que la UE pusiera fin a la persecución por la investigación antimonopolio

Durante buena parte de la primera década de los 2000 Microsoft tuvo su particular pesadilla en la Unión Europea, que realizó una extensa investigación por su posible abuso de posición dominante en varios ámbitos relacionados con su sistema operativo y por aplicaciones como su navegador, Internet Explorer.

Aquellas investigaciones tuvieron como resultado varias multas millonarias, pero en diciembre de 2009 la UE dio por concluido el caso y dejó de nuevo a Microsoft operar con normalidad al cumplir con requisitos como la célebre ballot screen de navegadores. Una década después Microsoft es una empresa muy distinta a los ojos de los reguladores... y de los usuarios.

Cómo empezó la guerra entre Microsoft y la UE

Aunque las grandes intervenciones se produjeron durante la década pasada, las acusaciones de comportamiento anticompetitivo venían de mucho antes -cuando Bill Gates aún era CEO de Microsoft- y sembraron la semilla que haría que la UE comenzase su proceso de investigación.

Steve Ballmer, que fue CEO de Microsoft desde el año 2000, se enfrentó en numerosas ocasiones a la Comisión Europea y a su particular némesis en este organismo, Neelie Kroes.

En 1993 Novell —por encontes, la "segunda empresa software más importante del mundo", según la Comisión Europea— criticó a Microsoft y la acusó de bloquear a sus competidores a través de prácticas monopolísticas. En concreto, la acusaban de usar un modelo que obligaba a los fabricantes de PCs a exigir royalties, pero curiosamente lo hacían tanto si proporcionaban en esos equipos el sistema operativo Windows como si no.

Esa acusación acabó motivando una investigacón de la Comisión Europea -y también de la FTC en Estados Unidos-, y eso llevó a que Microsoft acabara modificando sus prácticas de solicitud de licencias en 1994, lo que cerró el caso.

En 1998 fue Sun Microsystems la que acusó a Microsoft de no facilitar ciertas interfaces técnicas necesarias para la interoperabilidad de su software con Windows NT, y en agosto de ese año la Unión Europea decidió ampliar la investigación y estudiar cómo Microsoft había integrado la tecnología de streaming de medios en Windows.

La sentencia de 2003 de la Unión Europea volvió a ser un tirón de orejas para Microsoft, que tuvo que ofrecer versiones de Windows con y sin el reproductor Windows Media Player (Windows XP y Windows XP N, que apenas cuajó), además de ofrecer la información necesaria para que terceras partes pudieran interactuar correctamente con servidores y equipos de escritorio basdos en Windows. Aquello además desembocó en una multa histórica de 497 millones de euros, la mayor que la UE había emitido hasta el momento.

Neelie Kroes se ha encargado de perseguir de forma casi obsesiva los comportamientos anticompetitivos de diversas empresas tecnológicas.

Aquella multa fue en realidad solo parte del coste económico que aquellas acciones anticompetitivas tuvieron para Microsoft. La empresa de Redmond pagó en abril de 2004 casi 2.000 millones de dólares a Sun para llegar a un acuerdo y que esta última retirara los cargos. Algo más tarde, en noviembre de aquel mismo año, llegaría a un acuerdo similar con Novell, a la que pagó 536 millones de dólares para que retirara también las acusaciones por comportamiento monopolístico.

Microsoft apeló la sentencia de 2004 de la UE y aunque hizo cambios en el ámbito de la operabilidad no cumplió con los requisitos que planteaba el regulador europeo. Eso hizo que volviera la amenaza de una nueva multa: en julio de 2006 la UE multó a Microsoft con otros 280,5 millones de euros, lo que suponían 1,5 millones de euros desde el 16 de diciembre de 2005 al 20 de junio de 2006, por no cumplir con los términos de la sentencia e incluso amenazó con doblar la multa si Microsoft no cumplía con dichos términos.

Aquella caso se cerró el 22 de octubre de 2007, cuando Microsoft anunció que cumpliría con los términos que dictaba la UE y no apelaría más esa decisión, pero aún así la UE actualizó la multa a 899 millones de euros (respecto a los 497 millones iniciales) en febrero de 2008 por no cumplir con la sentencia de 2004. Aquella multa -que más tarde se reduciría ligeramente a 860 millones de euros— representó la más importante en toda la historia de la UE a la hora de perseguir abusos de posición dominante por parte de las empresas.

En enero de 2009 la Comisión Europea anunció además que investigaría a Microsoft por dificultar la competencia en el segmento de los navegadores. Aquello acabó dando como resultado la conocida ballot screen, la ventana que tras instalar Windows instaba al usuario a elegir el navegador web que quería instalar por defecto en su equipo. Esa decisión acabó siendo bendecida por la Unión Europea, que cerró la investigación el 16 de diciembre de 2009, hace 10 años.

Quién te ha visto y quién te ve

Desde aquellos casos antimonopolio la cosa ha cambiado enormemente para Microsoft, sobre todo cuando Satya Nadella cogió el testigo de Steve Ballmer en 2013 y migró a una estrategia totalmente centrada en la nube y los servicios.

La actitud de Microsoft con la llegada de Nadella también ha sido mucho más abierta a la interoperabilidad, y ha sido en estos últimos años cuando la empresa se ha acercado enormemente al ámbito del Open Source, con diversas decisiones estratégicas —coo la compra de GitHub— que han demostrado ser un acierto para la empresa de Redmond a la hora, por ejemplo, de recuperar el interés de parte de la comunidad de desarrolladores.

El mundo también ha cambiado, por supuesto. En 1998, cuando el proceso contra Microsoft se inició realmente, esta empresa era el absoluto gigante tecnológico de nuestro planeta. Nadie podía hacer sombra a una Microsoft que para muchos se había convertido en un malvado monopolio que hacía y deshacía a su antojo.

Las cosas cambiaron en los primeros años del nuevo milenio: Microsoft perdió la batalla de los móviles, de internet y de las redes sociales. Google, Facebook, Amazon o Apple se convirtieron en empresas igual de amadas (al principio) y odiadas (al final) en los años siguientes, y de hecho lo que le sucedió a Microsoft en la primera década de los 2000 le ha acabado sucediendo a Google en la segunda.

Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia durante la presidencia de Jean-Claude Juncker en la Comisión Europea desde noviembre de 2014 a noviembre de 2019. Su labor ha sido tan eficaz que ha sido reelegida tras las elecciones europeas que han acabado con Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión.

La Comisión Europea ha investigado causas antimonopolio de diveras empresas, pero se ha ensañado especialmente con Google, con una Margrethe Vestager igual de implacable que Neelie Kroes en este ámbito. La empresa dirigida por Sundar Pichai se ha enfrentado a multas que dejan pequeñas a las impuestas a Microsoft.

En 2017 le imponían una multa de 2.420 millones de euros por abuso de posición dominante en el segmento de las búsquedas online, y un año después una nueva multa llegaba a unos increíbles 4.340 millones de euros por los absusos de posición dominante con Android.

Los casos más importantes de la UE en el terreno de las prácticas monopolísticas entre las grandes tecnológicas afectan a empresas como las citadas Google, Amazon, Apple o Facebook, pero curiosamente entre esas empresas no está Microsoft. La empresa de Redmond ya no es ese monopolio oficioso que lo dominaba todo, y de hecho su posición es más bien secundaria en segmentos críticos hoy en día como los móviles o internet, donde sus esfuerzos se han centrado en la infraestructura de la nube -con Azure- o en la apuesta por servicios y aplicaciones paralelos para móviles iOS y Android.

Quizás precisamente esa apertura a otros actores -obligada por los acontecimientos- ha hecho que Microsoft haya cambiado sus propias reglas del juego, y eso ha hecho que su estrategia tenga ahora mucho mejor imagen para usuarios, fabricantes e incluso para la inmisericorde Comisión Europea.

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