Seguimos intentando pillar a Einstein, pero no hay manera: ahora resulta que los agujeros negros "suenan" como una campana

Los agujeros negros son calvos. Wheeler, uno de los pesos pesados de la física teórica del siglo XX, se dio cuenta de que todas las soluciones descritas en las ecuaciones de Einstein-Maxwell sobre gravitación y electromagnetismo nos llevaban a la misma conclusión: los agujeros negros solo pueden tres parámetros visibles.

Esos tres parámetros serían la masa, la carga y el momento cinético (que grosso modo podríamos identificar con la rotación). El resto de propiedades está ya más allá del horizonte de sucesos. A eso, a la ausencia de otro tipo de información, es a lo que Jacob Bekenstein llamó, metafóricamente, no tener pelo.

Pero, claro, esto tiene una consecuencia: cuando dos agujeros se fusionan en uno, el resultado debería sonar a varias frecuencias, como cuando golpeamos una campana. En los últimos años, no habíamos encontrado esas armonías en los datos de las ondas gravitacionales. Así que Maximiliano Isi y su equipo del MIT se preguntaron ¿seguro que estaban ahí?

Tolón, tolón

Porque, aquí entre nosotros, ese tañido no podía ser cualquier tañido. Es más, debía ser un tipo muy concreto de sonido. Con las ecuaciones de Einstein en la mano, podemos calcular el tono de esas ondas gravitacionales. Esto es así porque depende íntimamente de la masa y la rotación del agujero negro recién formado.

Isi y su equipo buscaron un onda compatible en varias lecturas de LIGO de 2015 y calcularon la masa y el momento a partir del tono de la onda. Si Einstein estaba en lo cierto, al comparar esos cálculos con las aproximaciones hechas con otras técnicas, los datos deberían coincidir.

Es decir, si encontraban esa onda y la comparaban con las estimaciones, no solo estaban realizando una comprobación rutinaria. Estaban poniendo a prueba toda la física relativista que nos había ayudado a explicar y a entender los agujeros negros. Era un órdago, otro, a Einstein.

Pero no. Cuadran y como un guante. Por lo que sabemos, los agujeros negros son calvos y, más de cien años después, las teorías relativistas de Albert Einstein siguen siendo inexpugnables a la física actual. No está mal.

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