Frenar las reacciones alérgicas antes de que empiecen: así son las nuevas terapias que se están desarrollando

Pese a ser uno de los trastornos más corrientes, es curioso que los tratamientos para las alergias no han avanzado demasiado en las últimas décadas. La combinación entre antihistamínicos y epinefrina funciona tan (razonablemente) bien controlando los síntomas que las mejoras han sido graduales, pero nunca revolucionarias.

Aquí sí parece cierto que no ha existido un interés demasiado fuerte por curar la enfermedad. Sobre todo, porque el sistema inmunológico ha sido ese gran desconocido y adentrarse en él, conllevaba un riesgo muy alto. Ahora, afortunadamente, los inmunólogos empiezan a conocer mejor la "causa última" de las alergias y comienzan a surgir soluciones para acabar de una vez por todas con la alergia misma.

Viejos remedios, nuevas soluciones

Quizá el mejor ejemplo de esta relativa "torpeza" de los métodos tradicionales son los antihistamínicos. La histamina es una sustancia química que se encuentra en todo el cuerpo y que interviene en la regulación de muchos procesos fisiológicos desde las alergias a la sensación de hambre y los ritmos sueño-vigilia.

Los antihistamínicos, que se usan para el tratamiento sintomático de las alergias, inhiben un tipo concreto de receptores de histamina. Por eso, este tipo de medicamentos siempre se han relacionado con la somnolencia o con el apetito y los "kilos de más".

También es cierto que los antihistamínicos de nueva generación producen muchos menos efectos secundarios que los clásicos. Pero en general, se trata de tratamientos crónicos, incómodos e inespecíficos. El gran problema es que, como decíamos, investigar en este campo es muy arriesgado. Fijaos que le pasó a la farmacéutica británica Circassia este mismo junio.

Imágen | Bloomberg

¿La razón? Circassia estaba desarrollando un medicamento contra la alergia a los gatos y en una de las fases se demostró que el medicamento tenía un efecto similar al placebo. La bajada fue de un 67%.

Es cierto que no se trata de un caso extrapolable, porque Circassia está muy especializada en inmunoterapias, pero es difícil imaginar que este batacazo no resonara en el resto de farmaceúticas del mundo. Así que, ¿qué ha sido de las nuevas investigaciones sobre este tema? ¿en qué estado estamos?

Las (no tan) nuevas terapias biológicas

Los primeros pasos vinieron desde las nuevas "terapias biológicas". Esencialmente, se trata de terapias con dianas más específicas basadas en anticuerpos que modulan la respuesta inmune. De hecho, no sólo se emplean en la alergia o las respuestas de hipersensibilidad, sino que también tienen aplicaciones en enfermedades como el lupus, la psoriasis o la artritis reumatoide. El omalizumab, concretamente, se utiliza para manejar las respuestas de hipersensibilidad Tipo I (mediadas por la inmunoglobulina E); lo que habitualmente denominamos alergias.

Aunque en principio es un mejor target que la histamina, ni siquiera desde perspectivas más básicas es sencillo trabajar con la inmunoglobulina E. En el fondo, hablamos de mecanismos que evolutivamente fueron muy valiosos para combatir enfermedades, venenos y patógenos, pero que en la actualidad suponen un gran riesgo para la salud. Y, por decirlo de alguna manera, la evolución es un fenómeno de trato difícil: para que nos hagamos una idea, hay más de 30 genes que intervienen en las respuestas de hipersensibilidad.

Vacunas, desensibilización y otras perspectivas

Las nuevas metodologías exploran otros caminos. En Japón, Atellas Pharma, lleva ya años desarrollando una vacuna de ADN para la alergia al cedro japonés. La idea general es usar la "memoria inmunológica" celular para reducir las reacciones alérgicas agudas y ayudar al organismo a regular la inflamación.

Los expertos estiman que entre el 16% y el 25% de la población de Japón tienen alergia a este tipo de polen y el haru ichiban, la primera tormenta de la primavera, el momento en que comienza la temporada de polen, se vive casi como una catástrofe nacional. Pero tras diez años, aún siguen en el desarrollo.

Mi favorito es el enfoque de Aimmune. Esta compañía biotecnológica está desarrollando un tratamiento para conseguir acabar con la alergia al cacahuete. La idea general es extraer la proteína que causa la reacción alérgica y aplicar lo que podríamos llamar una "desensibilización sistemática": exponiendo sistemáticamente al paciente a cantidades cada vez mayores de la proteína hasta que el sistema inmune 'comprende' que no es una amenaza.

En el futuro, "las terapias contra la alergia serán más específicas y precisas, más adaptables al paciente individual" explicaba a Stat el investigador Andrew Long. Y aunque las dudas son grandes sobre todo en el proceso de creación de estas terapias, esperemos que acierte y ese futuro sea cercano.

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