Este robot es la némesis de las teleoperadoras, y su creador, nuestro héroe

Suena el teléfono. Te pones. Te llama una persona -o peor, una máquina- a la que no conoces, a la que no le has pedido que te llame, y que no tiene ningún problema en interrumpirte y tratar de venderte un producto o servicio que no has solicitado. Es la pesadilla del telemarketing.

Esa pesadilla que todos hemos sufrido con frecuencia es difícil de combatir: está la lista Robinson, desde luego, pero a menudo ni siquiera esta es suficiente y nos encantaría poder devolverle a estas teleoperadoras la jugada con algún contraataque maestro. Roger Anderson, un experto en sistemas telefónicos, lo ha logrado. Es nuestro héroe.

Temblad, teleoperadoras

Anderson acabó harto de las llamadas de estas teleoperadoras y se puso manos a la obra para crear un sistema que precisamente les hiciese a ellos lo mismo que ellos nos hacen a todos nosotros: perder el tiempo. Cuando recibía una llamada de este tipo, redirigía la llamada a una línea adicional en la que la conversación está controlada por un robot.

El servicio que ideó como una venganza personal se convirtió en una realidad poco después, y así nació la Jolly Roger Telephone Company, un servicio que ya no solo utiliza Rogers, sino que éste experto ha puesto a disposición de todo el que quiera usarlo. Lo único que tiene que hacer el usuario es añadir un número de teléfono a su agenda para redirigir la llamada y silenciar nuestro teléfono para que sea el robot el que tome el control de ese diálogo.

Rogers explicaba que de momento su sistema no aplica prácticamente ninguna inteligencia artificial pero sí entiende los patrones e inflexiones de la forma de hablar del teleoperador: puede monitorizar lo que dice la persona que nos llama para luego tratar de mantener a esa persona en la conversación lo máximo posible.

El servicio se ha convertido en un singular éxito y uno de los primeros logros reales para tratar de luchar contra la pesadilla del telemarketing, que durante años se ha cebado en los usuarios finales haciéndoles perder un tiempo que nunca recuperan. El proyecto de Anderson podría ir a más, no obstante: aunque la campaña de financiación en Kickstarter no tuvo éxito, puede que sus esfuerzos logren hacer que este servicio acabe siendo especialmente eficaz a la hora de conseguir algo que todos querríamos: devolverle la pelota a los servicios de telemarketing.

Vía | The New York Times
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