La movilidad eléctrica dejó de ser una promesa para convertirse en una decisión estratégica que ya está redefiniendo la logística empresarial en Colombia, especialmente como respuesta al alza sostenida de los combustibles y la presión por reducir emisiones.
Pero estas no son las únicas razones, debido a que las compañías han encontrado en los camiones y vans eléctricos una alternativa más rentable y eficiente para mover sus productos y servicios, con el plus de que es una opción ambientalmente responsable.
Según estimaciones de la ANDI y Fenalco, el costo por kilómetro recorrido con un vehículo de carga eléctrico puede ser hasta 60 por ciento más bajo que el de uno a gasolina o diésel. La diferencia no es menor, pues implica ahorros que pueden recuperar la inversión inicial en menos de dos años, incluso para empresas medianas y pequeñas.
Eficiencia que se traduce en productividad
Los beneficios no se limitan al ahorro de combustible. En la operación diaria, los vehículos eléctricos simplifican los procesos de mantenimiento y aumentan la disponibilidad de las flotas.
Sin filtros, correas ni cambios de aceite, el tiempo en taller se reduce, lo que permite que las vans y camiones pasen más horas en ruta y menos horas detenidos.
Modelos como la Van V6E o la SuperVan de Farizon están diseñados para operaciones de última milla, distribución de alimentos y logística farmacéutica, mientras que el Camión H9 responde a necesidades intermunicipales y de carga media.
Su autonomía está pensada para los recorridos típicos del transporte productivo colombiano, con la ventaja adicional de recargas más económicas y planificadas.
Incentivos que impulsan la transición
A la reducción de costos se suman los beneficios tributarios y regulatorios que fortalecen la competitividad de las empresas que apuestan por la movilidad eléctrica.
En varias ciudades, los vehículos eléctricos están exentos de pico y placa, cuentan con IVA reducido al 5 por ciento, cero aranceles y deducciones en renta. Estas medidas no solo alivian la carga financiera, sino que posicionan a las compañías frente a compromisos de sostenibilidad y licitaciones con criterios ESG.
El cambio también impacta directamente el medio ambiente. Un camión eléctrico puede reducir hasta en 67 por ciento las emisiones de carbono durante su vida útil frente a uno convencional, aportando a las metas de la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica (ENME), que proyecta la incorporación de 600.000 vehículos eléctricos para 2030.
Tecnología, infraestructura y confianza en la operación
La adopción de esta tecnología va más allá del vehículo. “Para un empresario lo importante no es solo el camión o la van, sino todo lo que hay detrás: ahorro real, acceso a beneficios, cumplimiento de metas ambientales y confianza en la operación”, explica Diego Zárate, gerente de marca de Farizon Colombia.
Por eso, la compañía respaldada por Geely Holding Group, grupo que también lidera marcas como Volvo y Lotus, y con soporte local del Grupo Vardí, ofrece una solución integral que incluye infraestructura de carga, software de gestión, soporte técnico y financiación estratégica.
Con cobertura en 26 ciudades y más de 40 talleres en el país, Farizon busca acompañar a las empresas en la transición hacia una movilidad más eficiente y sostenible.
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