¡El grafiti entra en la “Capilla Sixtina de Bogotá”! Lo que debes saber sobre la primera exposición de arte urbano en la histórica Iglesia San Ignacio

Jimmy Pepinosa

Editor

Por primera vez en más de cuatro siglos, los muros de la Iglesia San Ignacio, una joya del arte colonial conocida como la “Capilla Sixtina de Bogotá”, se abren al lenguaje del grafiti. 

Se trata de una oportunidad única para ser testigo como entre frescos barrocos, retablos dorados y ecos de la espiritualidad jesuita, el arte urbano toma la palabra para dialogar con la historia.

De hecho, la exposición llamada  “Trazos de Esperanza: Arte urbano por la paz”, transforma este espacio patrimonial en un punto de encuentro entre la fe, la memoria y la ciudad contemporánea.

Un diálogo entre lo sagrado y lo urbano

(FUGA)

La muestra, abierta hasta el 14 de noviembre con entrada libre de martes a sábado entre la 1:00 p.m. y las 4:00 p.m., es presentada por la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (FUGA), en alianza con la Manzana Jesuítica de Bogotá y la Subdirección de Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobierno Distrital, dentro de la 38ª Semana por la Paz.

Nueve artistas urbanos que son Trazo, Prado, Tegas, Smith, Bec, Liza Bella, Maick, Santink y Hereje, recorrieron la Manzana Jesuítica y reinterpretaron sus símbolos religiosos desde la mirada del arte callejero. 

De ese recorrido nacieron nueve obras en gran formato sobre paneles de MDF, elaboradas en técnica de aerosol, que reinterpretan esculturas, frescos y figuras devocionales del periodo colonial.

(FUGA)

Aunque ninguna de estas piezas interviene directamente los muros del templo, todas dialogan con ellos. Son traducciones visuales entre lo espiritual y lo cotidiano, entre la solemnidad jesuita y las nuevas narrativas urbanas que habitan el Centro de Bogotá.

“El grafiti no irrumpe, dialoga; resignifica los símbolos y les da voz en el presente. Este proyecto no enfrenta lo sagrado y lo urbano, sino que los reconcilia”, explicó Blanca Andrea Sánchez, directora de la FUGA.

Ángeles con aerosoles y vírgenes de color

(FUGA)

Cada artista llevó su visión a un encuentro distinto entre lo divino y lo urbano.
SMITH, con Todo Copas, mezcla la serenidad espiritual con la jerga popular bogotana.

Liza Bella, en Arte Urbano como Religión, convierte el Inmaculado Corazón de María en un símbolo de dignidad y esperanza; Tegas, con El Niño Dios, actualiza la imagen del Niño Jesús desde el lenguaje contemporáneo.

También hay ángeles que cambian el globo terráqueo por una boquilla de aerosol, como en Montanangel de Santink; figuras que leen, crean y liberan, como en Inspiración Divina de Hereje o Liberación de Bec; y guardianes que habitan el color, como en Guardian of Colors de Maick.

En La Bendita Virgen de la Pintura, Trazo mezcla el misticismo del siglo XVII con la energía cósmica del presente, mientras Prado, en Vendedores de la Manzana Jesuita, retrata la vida cotidiana de La Candelaria como reflejo del encuentro entre el patrimonio y la ciudad.

Fe, memoria y reconciliación en color

(FUGA)

El proceso creativo fue acompañado por el equipo de mediación de la FUGA y la comunidad jesuita, en un intercambio que buscó tender puentes entre la espiritualidad, el arte y la memoria.

Las obras establecen vínculos con referentes históricos como Santiago Páramo y Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, revitalizando el legado colonial desde una mirada contemporánea que entiende el patrimonio no como algo del pasado, sino como una fuente viva de creación.

En palabras de sus organizadores, “Trazos de Esperanza” no es solo una exposición, sino un gesto cultural: una invitación a reconciliar los lenguajes de la ciudad y a reconocer que el arte urbano también puede ser espiritual, sanador y profundamente humano.

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