La ministra que no se puede comprar: Albania nombra como funcionaria una inteligencia artificial que promete inmunidad a la corrupción ¿Esto es bueno o malo?

Jimmy Pepinosa

Editor

El gobierno de Albania dio un paso que parece sacado de la ciencia ficción: nombró como ministra a Diella, una inteligencia artificial creada para gestionar las contrataciones públicas del Estado. 

Su nombre significa “luz del sol” en albanés y, según el gobierno, refleja el propósito de este proyecto: iluminar procesos que históricamente han estado opacados por la corrupción.

El anuncio lo hizo el primer ministro Edi Rama en la asamblea de su partido, donde aseguró que Diella permitirá que las licitaciones sean “100 por ciento incorruptibles” y que cada peso de los fondos públicos quede documentado y accesible.

Cómo funcionará Diella

(Albanian Government)

El rol de esta ministra digital no será meramente simbólico. Estará integrada en e-Albania, la plataforma de gobierno electrónico del país, y se encargará de analizar grandes volúmenes de datos en busca de patrones irregulares en contrataciones. 

Su interfaz no solo incluye algoritmos avanzados, también un avatar femenino de mediana edad con traje tradicional albanés, que la convierte en un personaje público reconocible.

La lógica detrás de esta decisión es clara: a diferencia de los humanos, una IA no tiene intereses personales ni vínculos políticos que puedan influir en sus decisiones.

Una estrategia contra la corrupción

(Albanian Government)

La corrupción ha sido un obstáculo recurrente en la historia reciente de Albania, incluso en sus intentos de ingreso a la Unión Europea, previsto tentativamente para 2030. 

En este contexto, dotarse de un “ministerio incorruptible” parece también una jugada política para enviar un mensaje a Bruselas: el país está comprometido con la transparencia.

La idea no surge en un vacío. En Ucrania, por ejemplo, ya existe Victoria Shi, una portavoz generada por IA, y sistemas como Prozorro que monitorean contrataciones. Albania, sin embargo, va más lejos al darle rango ministerial a una inteligencia artificial.

El otro lado de la moneda

La novedad no está exenta de polémica. Los críticos plantean dilemas que no se pueden ignorar:

  • Responsabilidad política y legal: si Diella comete un error o su sistema se ve comprometido, ¿quién asume las consecuencias?
  • Sesgos algorítmicos: una IA solo es tan imparcial como los datos con los que fue entrenada, lo que abre la puerta a distorsiones involuntarias.
  • Transparencia limitada: la llamada “caja negra” de los algoritmos podría reemplazar el control democrático por un tecnocratismo opaco.

Además, expertos en gobernanza señalan que por más que la IA analice datos con rigor, no puede comprender por completo las complejidades sociales y culturales que rodean las decisiones políticas.

¿El futuro del poder político?

El primer ministro Rama no descarta que esta sea solo la primera fase. En el pasado ya mencionó la posibilidad de un “primer ministro digital” e incluso de un gobierno totalmente dirigido por inteligencia artificial.

La llegada de Diella abre así un debate de fondo: ¿es preferible confiar en máquinas que no pueden ser sobornadas, aunque carezcan de empatía y responsabilidad? ¿O se trata de delegar demasiado poder en sistemas cuya lógica no siempre entendemos?

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