Los malos hábitos de manejo que debes evitar si vas a viajar por las carreteras de Colombia en esta temporada de fin de año, según Nissan

Jimmy Pepinosa

Editor

El cierre de año en Colombia viene acompañado de uno de los mayores movimientos de vehículos del calendario. Vacaciones, reencuentros familiares y turismo hacen que las carreteras concentren durante semanas un flujo intenso de conductores con distintos niveles de experiencia, cansancio y presión por llegar a tiempo. En ese contexto, la seguridad vial deja de ser un concepto abstracto y se convierte en una responsabilidad cotidiana.

Las cifras ayudan a dimensionar el problema. De acuerdo con la Agencia Nacional de Seguridad Vial, en 2024 más de 8.200 personas perdieron la vida en siniestros viales en el país, un dato que mantiene a Colombia entre los territorios con mayor mortalidad en carretera de la región. 

Frente a este panorama, Nissan Colombia puso el foco en algo que suele pasarse por alto: no se trata solo del estado de las vías o del vehículo, sino de los hábitos que cada conductor repite sin cuestionar.

La distracción: el riesgo silencioso al volante

(Xataka Colombia)

Uno de los comportamientos más normalizados en la conducción moderna es la pérdida de atención

El uso del celular, las pantallas del sistema de infoentretenimiento o incluso conversaciones prolongadas desvían la mirada y la concentración en momentos críticos. 

En carretera, unos segundos de distracción bastan para no reaccionar ante una frenada inesperada, un motociclista o un cambio en la vía. Mantener la atención plena implica asumir que, mientras el vehículo está en movimiento, nada compite con el camino.

Velocidad sin contexto, una mala combinación

(Nissan)

Conducir rápido no siempre es sinónimo de imprudencia, pero hacerlo sin leer el entorno sí lo es. Las carreteras colombianas presentan cambios constantes en clima, señalización y condiciones del asfalto. 

Ajustar la velocidad al estado de la vía, al tráfico y a la visibilidad no solo reduce el riesgo de accidentes, sino que mejora la capacidad de reacción ante lo imprevisto. 

La conducción consciente parte de entender que llegar unos minutos antes nunca compensa una maniobra mal calculada.

Fatiga acumulada: el enemigo que no se ve

(Pexels)

Durante la temporada de fin de año, muchos trayectos se emprenden después de jornadas laborales largas o en horarios nocturnos. 

El cansancio disminuye los reflejos, altera la percepción y aumenta la probabilidad de errores. 

Planear los viajes con pausas definidas y asumir que descansar también es parte del trayecto es una decisión de seguridad. La fatiga no avisa, pero sus consecuencias suelen ser inmediatas.

Convivencia en la vía: anticipar y comunicar

(Nissan)

Las carreteras no son espacios individuales. En ellas conviven peatones, ciclistas, motociclistas, buses y camiones con dinámicas distintas. 

Señalizar maniobras, mantener la distancia adecuada y anticipar los movimientos de otros usuarios convierte la conducción en un ejercicio más predecible y menos riesgoso. 

La comunicación vial, a través de luces, direccionales y comportamiento coherente, reduce tensiones y evita situaciones límite.

El estado del vehículo también conduce

(Nissan)

Un hábito frecuente es asumir que el automóvil “responderá” sin haberlo revisado antes de un viaje largo. Neumáticos desgastados, frenos en mal estado o luces deficientes incrementan el riesgo incluso para conductores experimentados. Verificar los componentes básicos del vehículo antes de salir no es una formalidad técnica, sino una medida directa de protección para quienes van dentro y fuera del auto.

Leonardo Gutiérrez, Director de Producto de Nissan Colombia, resume el enfoque con claridad: una conducción consciente y un vehículo en buen estado forman un binomio que reduce de manera tangible los riesgos en carretera. En una temporada marcada por el alto flujo vehicular, abandonar estos malos hábitos puede marcar la diferencia entre un viaje sin contratiempos y una estadística más en los reportes de siniestralidad.

Viajar en fin de año no debería ser una prueba de resistencia ni de suerte. Entender cómo conducimos, y qué prácticas repetimos sin pensar, es el primer paso para que las carreteras colombianas sean escenarios de tránsito y no de tragedia.

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