La profunda crisis que enfrenta Intel ha tomado un giro inesperado. En plena reestructuración para recuperar su posición en el mercado de semiconductores, el presidente estadounidense Donald Trump pidió públicamente la renuncia del CEO Lip-Bu Tan, acusándolo de tener conflictos de interés por sus vínculos con empresas chinas.
El episodio añade presión a una compañía que ya atraviesa un momento decisivo para su futuro, pues Trump afirmó que Tan está “altamente conflictuado” por sus conexiones con firmas chinas.
De hecho, un reporte reveló que el ejecutivo ha invertido en cientos de empresas del país asiático, algunas con presuntos lazos con el ejército chino. Y aunque no hay evidencia de que esas inversiones estén prohibidas por las leyes estadounidenses, la declaración presidencial ha encendido el debate y la atención mediática.
La tensión se agudizó después de que el senador republicano Tom Cotton enviara una carta al presidente del consejo de Intel, Frank Yeary, cuestionando si Tan había retirado sus inversiones para evitar cualquier conflicto. Hasta ahora, no se ha confirmado públicamente si el CEO lo ha hecho.
Un momento delicado para Intel
Tan asumió la dirección de Intel hace apenas seis meses, tras la salida de Pat Gelsinger, con la misión de reencauzar una empresa que perdió casi dos tercios de su valor en 2024.
Su estrategia se centra en reducir operaciones no productivas y priorizar un grupo reducido de productos clave, en un contexto donde competidores como Nvidia y Apple invierten sumas multimillonarias en ampliar su capacidad de fabricación en Estados Unidos.
Sin embargo, el plan de Tan ya enfrentaba obstáculos. Ha decidido frenar la construcción de nuevas plantas en Ohio y condicionar futuras fábricas a la demanda real de chips, una medida que choca con la expectativa de Trump de acelerar la producción local para competir con TSMC y reforzar la cadena de suministro estadounidense.
Un riesgo para la recuperación de Intel
Inversores y analistas advierten que la polémica podría desviar la atención del CEO de su tarea principal: recuperar la competitividad de la empresa. “Es una distracción en un momento en que Intel no puede permitírselo”, señala Ryuta Makino, analista de Gabelli Funds.
La incertidumbre sobre la permanencia de Tan añade un nuevo nivel de escrutinio gubernamental y mediático que podría ralentizar decisiones críticas para la compañía.
Un exejecutivo de alto rango en Intel lo resume así: “Si Tan se va, todo lo que la empresa necesita hacer con urgencia se prolongará, y eso la pondrá en una posición más débil frente a sus rivales”.
La respuesta de Lip-Bu Tan
Ante las críticas, Tan emitió un comunicado reafirmando su compromiso con la compañía y el país donde ha vivido por más de cuatro décadas.
“Amo esta empresa y estoy profundamente agradecido por las oportunidades que me ha dado Estados Unidos. Siempre he actuado con los más altos estándares legales y éticos. Mi reputación se ha construido sobre la confianza”, declaró.
El consejo de Intel, por su parte, expresó que continúa respaldando el trabajo del CEO, destacando que las inversiones de la empresa están alineadas con los objetivos de la agenda industrial estadounidense. Sin embargo, evitó pronunciarse directamente sobre la exigencia de Trump.
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