La inteligencia artificial ya no solo predice fraudes o genera reportes, ahora también está ayudando a detener ataques antes de que se conviertan en crisis.
Así lo evidenció el más reciente informe Cost of a Data Breach 2025 de IBM, que reveló una tendencia clara en América Latina: las empresas que integran IA y automatización en sus estrategias de seguridad están reduciendo pérdidas, tiempos de respuesta y exposición ante los ciberataques.
De acuerdo con el estudio, las organizaciones latinoamericanas que implementaron soluciones de seguridad basadas en inteligencia artificial y automatización lograron ahorrar hasta 900.000 dólares por incidente y reducir en 111 días el tiempo promedio de detección y contención de filtraciones.
En una región donde el costo promedio de una brecha alcanzó los 2,51 millones de dólares, esta reducción representa una diferencia significativa en el impacto económico y operativo.
La adopción de estas herramientas crece con fuerza: tres de cada cuatro empresas en Latinoamérica ya utilizan IA en algún nivel dentro de sus sistemas de seguridad. Sin embargo, no todas han alcanzado la madurez necesaria para enfrentar las nuevas amenazas que también trae consigo la automatización.
Riesgos que evolucionan junto con la tecnología
Aunque el uso de inteligencia artificial promete mayor protección, también amplía la superficie de ataque. Según el informe, apenas el 40 por ciento de las organizaciones en la región controla el acceso a sus sistemas de IA, y solo tres de cada diez auditan regularmente sus modelos o validan los datos con los que los entrenan.
Esto deja un amplio margen de vulnerabilidad en un momento en que los ciberdelincuentes también usan IA para optimizar sus estrategias. En palabras de Matías Haidbauer, Líder de Servicios de Ciberseguridad para IBM SSA, “la rápida adopción de la IA en América Latina ha superado, en muchos casos, la capacidad de las organizaciones para protegerse.
Estas tecnologías abren nuevas puertas a la innovación, pero también expanden significativamente la superficie de ataque”.
Los costos y sectores más afectados
El informe muestra que el tiempo promedio para contener una filtración en América Latina fue de 316 días, una cifra que aumentó en comparación con 2024.
Aquellas organizaciones que lograron resolver incidentes en menos de 200 días gastaron 2,21 millones de dólares, mientras que quienes tardaron más de ese periodo enfrentaron pérdidas promedio de 2,82 millones.
Los sectores más golpeados por las brechas de seguridad fueron energía (2,86 millones de dólares), tecnología (2,82 millones) y comercio minorista (2,71 millones). En todos los casos, el phishing se mantuvo como la causa más frecuente y costosa de las filtraciones, seguido por las vulnerabilidades en la cadena de suministro y los errores en la gestión de sistemas.
Un ecosistema digital más complejo
Una de las conclusiones más reveladoras del estudio es que el 34 por ciento de las filtraciones en la región involucraron datos distribuidos en múltiples entornos tecnológicos, como nubes públicas, privadas e infraestructuras locales.
Este tipo de configuraciones híbridas son cada vez más comunes, pero también más difíciles de proteger y, según el informe, las más costosas de remediar: 2,84 millones de dólares por incidente en promedio.
Mirando hacia un futuro de defensa inteligente
A medida que las empresas avanzan en sus estrategias de transformación digital, la IA no solo se consolida como una herramienta de productividad, sino también como un nuevo eje de defensa frente al cibercrimen.
Sin embargo, el informe advierte que el 63 por ciento de las organizaciones latinoamericanas aún carecen de políticas claras de gobernanza de IA o están en proceso de desarrollarlas, lo que refleja un rezago en la gestión de riesgos éticos y operativos asociados a estas tecnologías.
El Cost of a Data Breach 2025, elaborado por el Instituto Ponemon y patrocinado por IBM, analizó filtraciones en más de 600 organizaciones a nivel global, incluyendo casos en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México.
Los resultados muestran que la región avanza hacia una ciberseguridad más inteligente, pero todavía enfrenta el reto de equilibrar innovación y control en un escenario donde cada dato puede tener un valor incalculable.
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