Nada como el espacio para recordarnos cuán pequeños somos como individuos, como sociedad y como planeta. Somos, en la escala cósmica, una partícula de polvo que flota en el éter y que es por completo vulnerable a las descomunales fuerzas que nos rodean.
Pocas cosas ponen de relieve este hecho con tanta claridad como el Evento Carrington, porque a diferencia de escenarios hipotéticos de asteroides, agujeros negros y cometas, este, de hecho, pasó.
El Evento Carrington ocurrió en el siglo XIX y fue bautizado en honor al astrónomo británico Richard Carrington, que fue el primero en observarlo.
Específicamente, se trató de una potente tormenta solar que golpeó la Tierra en 1859, en la que una gran eyección de masa coronal -lo que conocemos como una “llamarada solar”- produjo auroras inusuales, que llegaron a ser visible hasta el norte de Colombia.
Los registros dan cuenta de que la anomalía solar causó serias perturbaciones en la infraestructura eléctrica de la época, que por supuesto era mucho menos compleja que la actual.
Y ahí está el asunto: a diferencia de lo que pasaba en 1859, cuando Edison no había encendido su bombilla, los hermanos Lumiére no habían proyectado su primera película y los hermanos Wright no habían alzado el vuelo, el mundo moderno gira en torno a la electricidad y a sistemas de comunicación muy vulnerables a la radiación electromagnética que liberó el evento Carrington.
La tormenta solar de 1859 alcanzó la Tierra aproximadamente 17 horas después de ocurrida, y causó perturbaciones en las líneas telegráficas, provocando chispas y, en algunos casos, incendios. Pero si un evento comparable ocurriera hoy tendría en la sociedad actual, altamente tecnológica y dependiente de la electricidad y las comunicaciones, un efecto catastrófico.
Desde las redes eléctricas hasta los sistemas de navegación por satélite y las comunicaciones inalámbricas, nuestra infraestructura global está en riesgo de ser gravemente afectada por una tormenta solar masiva.
¿Cómo afectaría un Evento Carrington a nuestra vida moderna?
Imagina un mundo donde de repente todas las luces se apagan, los celulares no funcionan, las señales de radio y televisión se ven interrumpidas y los sistemas de navegación GPS se vuelven inútiles. Esa es la escena de pesadilla que enfrentaríamos si una tormenta solar de la magnitud del Evento Carrington golpeara al planeta hoy en día.
Las redes eléctricas serían especialmente vulnerables, ya que las corrientes inducidas por la tormenta podrían dañar transformadores y equipos de control. Recuperarlos, aunque posible, tomaría mucho tiempo, con lo que vastas regiones quedarían sin electricidad durante semanas o incluso meses.
Esto tendría un impacto devastador en la infraestructura crítica, como hospitales, sistemas de suministro de agua y comunicaciones de emergencia.
Los sistemas de navegación por satélite, como el GPS, también se verían afectados, lo que dificultaría la navegación terrestre, marítima y aérea.
Además, las comunicaciones de larga distancia podrían interrumpirse, lo que dificultaría todavía más la coordinación de esfuerzos de rescate y respuesta a emergencias.
¿Estamos preparados para un Evento Carrington?
Lamentablemente, la respuesta corta es no.
Aunque los científicos han estado advirtiendo sobre la amenaza de tormentas solares durante décadas, la mayoría de las medidas de mitigación se han centrado en proteger equipos específicos, como los satélites y los sistemas de telecomunicaciones, en lugar de abordar la vulnerabilidad general de la infraestructura de nuestros países ante un evento solar masivo.
La falta de preparación se debe en parte a la naturaleza impredecible de las tormentas solares. A diferencia de desastres naturales como los huracanes o los volcanes, que pueden ser monitoreados y rastreados con cierto grado de precisión, las tormentas solares pueden surgir de repente y sin previo aviso, dejando poco tiempo para tomar medidas preventivas.
Pero la amenaza de un Evento Carrington es real, y en un mundo infinitamente más interconectado y dependiente de la tecnología que el del evento original, más apremiante que nunca.
Si bien es imposible predecir cuándo ocurrirá la próxima tormenta solar masiva, lo que sí podemos hacer es tomar medidas para fortalecer nuestra infraestructura y mejorar nuestra capacidad de respuesta ante este tipo de eventos.