Espacio

Desde su detección, 3I/ATLAS ha sido seguido minuto a minuto por observatorios de todo el mundo. Se trata de un objeto interestelar, es decir, no nació en nuestro sistema solar.

Bennu, un cuerpo rocoso de apenas medio kilómetro de diámetro, demostró que la química que sostiene a los seres vivos no es un privilegio terrestre.

Además de un récord técnico, también reflejó el nivel de actividad científica, logística y diplomática que sostiene este complejo, pese a que su retiro está previsto hacia el final de la década.

Mientras los observatorios analizan su superficie, otro fenómeno atrae miradas: la aparición de una “anti-cola” que apunta hacia el Sol, opuesta a lo que suele esperarse de un cometa tradicional.

Su composición, su forma y su presencia en una zona donde no debería estar han despertado nuevas preguntas sobre los visitantes que alguna vez llegaron a Marte.

Aunque es común imaginar un rayo como un destello que recorre kilómetros, lo registrado en Marte es muy diferente.

La pista apareció cuando los astrónomos emplearon DBSCAN, un algoritmo capaz de detectar patrones ocultos en grandes conjuntos de datos.

El objeto registra una coincidencia orbital tan precisa que podría interpretarse como algo más que un accidente cósmico.

El material llega después de siete semanas de silencio obligado por el cierre administrativo del gobierno de Estados Unidos.

Observaciones recientes evidenciaron una red de chorros estrechos que se extienden más allá del millón de kilómetros desde el núcleo del objeto.

Según la NASA, esta nave se desplaza a cerca de 61.000 kilómetros por hora.

Este objeto interestelar que se desplaza por el Sistema Solar a más de 210.000 kilómetros por hora.