¿La vida llegó del espacio? El misterioso cometa interestelar 3I/ATLAS y su conexión con la hipótesis de la panspermia

3I/ATLAS
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Jimmy Pepinosa

Editor

El cometa interestelar 3I/ATLAS ya dejó atrás su punto de máximo acercamiento a la Tierra, pero su paso por el sistema solar está lejos de terminar en términos científicos. 

Desde mediados de diciembre de 2025, este objeto, el tercero de origen interestelar confirmado en cruzar nuestro vecindario cósmico, se convirtió en el centro de una campaña de observación global que involucra telescopios terrestres, sondas espaciales y misiones diseñadas para estudiar planetas lejanos, pero que hoy aprovechan una oportunidad irrepetible: analizar material formado alrededor de otra estrella sin salir del sistema solar.

Aunque no fue visible a simple vista y su brillo apenas alcanzó magnitudes accesibles para telescopios medianos y grandes, 3I/ATLAS ofreció algo mucho más valioso que un espectáculo astronómico. 

Su trayectoria hiperbólica, su alta velocidad superior a los 57 kilómetros por segundo, y su composición química lo confirman como un visitante que no pertenece al Sol. Y eso, por sí solo, ya lo convierte en una pieza clave para entender cómo se forman y evolucionan otros sistemas planetarios.

Un visitante seguido desde ángulos imposibles

3I/ATLAS (NASA)

En los últimos días, el cometa fue observado desde posiciones que normalmente no están disponibles para la astronomía clásica. La nave Europa Clipper, de la NASA, en ruta hacia la luna Europa de Júpiter, logró captarlo con su espectrógrafo ultravioleta en un momento en el que la geometría impedía buenas observaciones desde la Tierra y Marte. 

Desde ese ángulo privilegiado, los científicos pudieron analizar la estructura de su cola y detectar firmas claras de hidrógeno y oxígeno, un indicio directo de la descomposición de moléculas de agua bajo la radiación solar.

A esto se suman las imágenes obtenidas por la Parker Solar Probe, que siguió al cometa cuando se encontraba cerca del Sol y quedaba oculto por su resplandor para los telescopios terrestres. Estas observaciones, todavía en proceso de calibración, permiten reconstruir cómo evolucionó su actividad durante una fase crítica de su recorrido.

La energía involucrada en esa interacción también quedó registrada en rayos X. Observatorios espaciales como XMM-Newton y XRISM detectaron emisiones extendidas, producto del choque entre los gases liberados por el cometa y el viento solar. Todo apunta a un objeto altamente activo, con una desgasificación intensa incluso a distancias donde muchos cometas del sistema solar ya empiezan a apagarse.

Un cometa químicamente distinto

3I/ATLAS (NASA)

Más allá de su dinámica, 3I/ATLAS ha llamado la atención por lo que contiene. Observaciones previas del telescopio espacial James Webb revelaron una coma rica en gas y polvo, con detecciones claras de vapor de agua, monóxido de carbono y, especialmente, dióxido de carbono. 

La proporción de CO₂ frente al agua es una de las más altas medidas en un cometa, lo que sugiere que se formó bajo condiciones distintas a las que dominaron el nacimiento del sistema solar.

Para David Tovar, geólogo planetario del Grupo de Ciencias Planetarias y Astrobiología de la Universidad Nacional, este punto es clave. En entrevista con Xataka Colombia, explicó que se han identificado firmas espectrales asociadas a compuestos orgánicos, que no implican vida en sí mismas, pero sí corresponden a bloques fundamentales para la química prebiótica. 

A esto se suma la presencia abundante de agua y otros volátiles, una combinación que resulta especialmente interesante desde la astrobiología.

Estos materiales no son extraños en cometas, pero encontrarlos en un objeto que se formó alrededor de otra estrella amplía el panorama. Ya no se trata solo de entender cómo se distribuyeron los ingredientes de la vida dentro del sistema solar, sino de evaluar si ese intercambio pudo haber ocurrido a escala galáctica.

Aceleración no gravitacional y ciencia sin ciencia ficción

3I/ATLAS (NASA)

Uno de los aspectos que más titulares sensacionalistas generó fue la detección de una aceleración no gravitacional en la trayectoria del cometa. Sin embargo, los estudios más recientes dejan claro que este fenómeno tiene una explicación conocida: la desgasificación desigual del núcleo. A medida que el hielo sublima y escapa en forma de chorros, el cometa experimenta pequeños empujes que alteran su movimiento.

Gracias a este efecto, los investigadores pudieron estimar su masa antes del paso cercano al Sol, calculada en unos 44 millones de toneladas métricas, y acotar el tamaño de su núcleo a unos pocos cientos de metros. Para Tovar, este tipo de mediciones refuerza la idea de que se trata de un cometa convencional en su comportamiento físico, aunque extraordinario por su origen.

En ese sentido, el científico fue enfático al descartar interpretaciones que sugieren tecnología extraterrestre o maniobras artificiales. Toda la fenomenología observada puede explicarse dentro de los modelos actuales de física cometaria, sin necesidad de recurrir a hipótesis externas al marco científico.

La panspermia vuelve a escena

3I/ATLAS (NASA)

Es aquí donde 3I/ATLAS conecta con una de las preguntas más antiguas de la ciencia: cómo surgió la vida en la Tierra. La hipótesis de la panspermia plantea que los componentes básicos de la vida pudieron llegar a nuestro planeta transportados por cometas, asteroides u otros cuerpos ricos en compuestos orgánicos. 

Tradicionalmente, esta idea se ha explorado con objetos del cinturón de Kuiper o la nube de Oort, ambos reservorios del sistema solar.

La diferencia ahora es que 3I/ATLAS no pertenece a ninguno de ellos. Su composición sugiere que materiales similares a los que dieron origen a la vida terrestre existen y viajan entre las estrellas

Como explicó Tovar, estos objetos interestelares podrían haber actuado como dispersores de moléculas orgánicas hace miles de millones de años, sembrando sistemas planetarios jóvenes con los ingredientes necesarios para procesos biológicos.

Esto no significa que la vida haya llegado “ya formada” desde el espacio, ni que este cometa sea una prueba directa de panspermia. Pero sí refuerza la idea de que los bloques fundamentales de la química de la vida no son exclusivos de un solo sistema planetario, y que el intercambio de material entre estrellas podría ser más común de lo que se pensaba.

Un mensajero que se va, preguntas que se quedan

3I/ATLAS (NASA)

En los próximos meses, 3I/ATLAS continuará su viaje hacia el sistema solar exterior, con un paso relativamente cercano a Júpiter previsto para 2026, antes de perderse definitivamente en el espacio interestelar. Mientras tanto, una red internacional de observatorios sigue recopilando datos para exprimir al máximo esta visita fugaz.

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