Acumulación insólita de naves en la Estación Espacial Internacional provoca un hito para este laboratorio orbital, pero, ¿esto es bueno o malo?

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Jimmy Pepinosa

Editor

La Estación Espacial Internacional (ISS) experimentó uno de los momentos más singulares en sus 25 años de operaciones: por primera vez, los ocho puertos disponibles para recibir vehículos espaciales estuvieron ocupados al mismo tiempo. 

El escenario se produjo después de una maniobra precisa. La nave de carga Cygnus XL, operada por Northrop Grumman, fue retirada de su posición original y trasladada al puerto orientado hacia la Tierra del módulo Unity. El movimiento, ejecutado con el brazo robótico Canadarm2 y coordinado entre NASA, Roscosmos y Northrop Grumman, era imprescindible para dejar espacio libre ante la llegada de la nave tripulada Soyuz MS-28 el pasado 27 de noviembre.

Una vez completado el traslado, la estación quedó con todos sus puertos ocupados. El inventario temporal incluyó dos cápsulas Dragon de SpaceX, la Cygnus XL, la HTV-X1 de la agencia espacial japonesa, dos naves Soyuz y dos cargueros Progress. Ocho vehículos acoplados de manera simultánea en un entorno cuya logística requiere precisión, combustible limitado y ventanas orbitales estrechas.

La imagen de la estación completamente rodeada de cápsulas y cargueros no solo capturó un récord técnico, también reflejó el nivel de actividad científica, logística y diplomática que sostiene este complejo en medio de su camino hacia el retiro previsto hacia el final de la década.

Lo que significa para la operación diaria a bordo

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La ocupación total de los puertos no supone un riesgo inmediato, pero sí obliga a ajustes finos en la programación de acoplamientos, traslados y retornos. Cada nave que se une a la ISS trae provisiones, equipos científicos o tripulación, y cada una que sale debe hacerlo siguiendo un orden calculado para evitar interferencias entre maniobras o bloqueos en los accesos.

Mientras la estación alcanzaba este récord, la Expedición 73, compuesta por diez integrantes, avanzaba en investigaciones de biología, física de materiales y estudios biomédicos. Se trata de un volumen de trabajo que continúa siendo significativo incluso cuando la ISS se prepara para un futuro marcado por el reemplazo paulatino de módulos y la transición hacia estaciones comerciales.

Este flujo de actividades explica por qué la presencia simultánea de tantas naves, aunque inusual, refleja más dinamismo que saturación.

Un hito con implicaciones para el futuro de la ISS

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La Cygnus XL permanecerá acoplada hasta marzo de 2026, fecha en la que partirá cargada con unas cinco toneladas de desechos y material no reutilizable que se destruirán al reingresar en la atmósfera. Su estadía prolongada permite mantener liberados otros puertos para misiones con tripulación o cargueros que deben rotar con frecuencia.

Por otra parte, la llegada y salida de las naves rusas sigue siendo un componente esencial de la vida a bordo. La Soyuz MS-27, que actualmente forma parte del conjunto de ocho naves acopladas, llevará de vuelta a la Tierra al astronauta Jonny Kim y a los cosmonautas Sergey Ryzhikov y Alexey Zubritsky. Una vez se desacople y aterrice en Kazajistán, la ISS pasará de diez a siete tripulantes, quienes conformarán la Expedición 74.

Este relevo constante muestra cómo, a pesar de tensiones geopolíticas y de una estación que se acerca a su fase de cierre, la colaboración entre agencias sigue siendo la base del funcionamiento del laboratorio.

¿Un síntoma de fortaleza o de presión logística?

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La postal de la ISS completamente ocupada puede interpretarse de dos maneras. Por un lado, evidencia que el complejo continúa siendo el punto central del tráfico espacial tripulado y no tripulado del planeta. Por otro, recuerda que operar una estación con más de dos décadas en órbita exige una coordinación cada vez más ajustada.

Que los ocho puertos hayan estado llenos no implica un colapso de capacidad, pero sí subraya que cada movimiento debe planearse con márgenes mínimos. 

El uso simultáneo de vehículos de distintas agencias estadounidenses, rusas, japonesas y privadas, también refuerza la idea de que la ISS sigue siendo un proyecto internacional activo, incluso cuando su sucesión ya está sobre la mesa.

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