“Esperemos no recibir regalos inesperados para las fiestas”: cometa 3I/ATLAS avanza a su punto más cercano a la Tierra y su actividad inusual provoca advertencia de astrofísico de Harvard

3I/ATLAS
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Jimmy Pepinosa

Editor

El calendario astronómico marca una fecha que no ha pasado desapercibida para la comunidad científica. El próximo 19 de diciembre, el objeto interestelar conocido como 3I/ATLAS alcanzará su punto de mayor cercanía a la Tierra, a unos 270 millones de kilómetros

La distancia es segura en términos orbitales, pero el comportamiento del objeto ha sido lo suficientemente atípico como para encender un debate que mezcla ciencia dura, observación de frontera y preguntas incómodas sobre lo que todavía no entendemos del cosmos.

La atención no se debe únicamente a su paso cercano, sino a una serie de señales físicas que lo diferencian de los cometas tradicionales del sistema solar. Entre quienes han levantado la voz está Avi Loeb, astrofísico de la Universidad de Harvard, conocido por no esquivar escenarios que otros prefieren dejar fuera de la discusión científica.

Un visitante interestelar bajo la lupa

3I/ATLAS (International Gemini Observatory)

Desde su detección, 3I/ATLAS ha sido seguido minuto a minuto por observatorios de todo el mundo. Se trata de un objeto interestelar, es decir, no nació en nuestro sistema solar y llegó desde fuera, tras viajar durante miles de años por el espacio profundo. Ese solo hecho ya lo convierte en un evento poco frecuente, pero no excepcional.

Lo que sí ha resultado desconcertante es su actividad. Las imágenes captadas desde julio, incluidas observaciones del telescopio espacial Hubble, muestran un fenómeno poco común: una “antico­la” que apunta hacia el Sol. En condiciones normales, el viento solar empuja gas y polvo en dirección opuesta, formando la clásica cola cometaria. En el caso de 3I/ATLAS, esa lógica parece invertida.

La persistencia de esta antico­la, visible durante meses y en distintas posiciones orbitales, descarta que se trate de un simple efecto de perspectiva. Algo está ocurriendo en el lado del objeto que enfrenta al Sol, y su naturaleza sigue abierta a interpretación.

La advertencia de Avi Loeb y la pregunta incómoda

3I/ATLAS (International Gemini Observatory)

Avi Loeb ha sido uno de los científicos más explícitos al señalar que, si bien no hay pruebas concluyentes de un origen artificial, tampoco se puede descartar de plano. En declaraciones recientes, lanzó una frase que rápidamente se viralizó: “Esperemos no recibir regalos inesperados para las fiestas”.

Más allá del tono irónico, el mensaje apunta a una realidad concreta. La humanidad no cuenta con protocolos claros ante la eventual detección de tecnología extraterrestre. 

Loeb ha señalado que, en un escenario extremo, el primer encuentro sería improvisado, y solo después, si la experiencia no resulta catastrófica, surgiría la voluntad política de invertir en sistemas de alerta, interceptores y misiones de reconocimiento cercano.

Para el astrofísico, la discusión no es alarmista, sino estadística. En una galaxia con cientos de miles de millones de estrellas y planetas, muchos con condiciones similares a la Tierra, la posibilidad de vida, e incluso de tecnología, no es marginal. Ignorar esa posibilidad, argumenta, es menos científico que considerarla con cautela.

Anticolas, colores y física que no encaja del todo

31/ATLAS (NASA)

El comportamiento físico de 3I/ATLAS ha motivado ya varios trabajos científicos. Loeb ha participado en estudios que proponen explicaciones naturales, como la dispersión de luz solar por fragmentos de hielo expulsados desde la cara iluminada del objeto. Estas partículas se evaporarían antes de ser arrastradas por la radiación solar, lo que impediría la formación de una cola convencional.

Otra hipótesis plantea la existencia de un enjambre de fragmentos que quedarían rezagados debido a una aceleración no gravitacional detectada en la trayectoria del objeto. En ambos casos, la explicación sigue dentro de la física conocida, aunque en sus límites.

A esto se suma un cambio notable en su color. Observaciones previas al perihelio mostraban un halo rojizo, mientras que imágenes posteriores revelan un brillo verde, posiblemente asociado a moléculas de carbono diatómico. El cambio sugiere una variación en la composición química del material expulsado al acercarse al Sol, una señal más de que 3I/ATLAS no es un visitante simple.

Rayos X, viento solar y coincidencias cósmicas

3I/ATLAS (NASA)

La actividad del cometa también ha sido observada en rayos X por misiones como XMM-Newton, confirmando la interacción entre el viento solar y la nube de gas que lo rodea. Este tipo de emisiones no es inédito, pero su persistencia refuerza la idea de un objeto dinámico y activo.

En paralelo, algunas coincidencias llamativas alimentaron especulaciones en redes sociales, como la aparente alineación entre la trayectoria de 3I/ATLAS y un estallido de rayos gamma de duración inusualmente larga detectado en julio. 

Loeb ha sido claro en desmontar estas asociaciones: estadísticamente, este tipo de coincidencias son esperables en escalas de miles de años y no constituyen evidencia de relación causal.

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