¿Amenaza o espectáculo cósmico? 3I/Atlas avanza a su punto más cercano con la Tierra con una gigantesca cola de 3 millones de kilómetros que ha desconcertado a los astrónomos

3I/ATLAS
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Jimmy Pepinosa

Editor

La aparición del objeto interestelar 3I/ATLAS ha abierto una de las discusiones científicas más intensas del año. Desde su detección el 1 de julio de 2025, este visitante procedente de otra estrella se ha convertido en un laboratorio natural para estudiar los materiales, dinámicas y particularidades de cuerpos que nunca antes habían interactuado con nuestro entorno solar. 

A diferencia de los cometas convencionales, su trayectoria, su química y su actividad han desafiado muchas de las teorías habituales que los astrónomos utilizan para explicar el comportamiento de estos objetos.

En las últimas semanas, 3I/ATLAS ha vuelto al centro del debate astronómico por un motivo aún más llamativo: una cola de más de 3 millones de kilómetros y una serie de estructuras gaseosas que han captado la atención de observatorios profesionales y aficionados en todo el mundo. 

Su máximo acercamiento a la Tierra, previsto para el 19 de diciembre, elevará todavía más el interés por comprender qué está ocurriendo exactamente en torno a este objeto interestelar cuyo origen se ubicaría en las zonas más antiguas del disco grueso de la Vía Láctea, y los científicos estiman que podría tener más de 11.000 millones de años, es decir, más antiguo que el propio Sol.

Un visitante interestelar con identidad propia

3I/ATLAS (NASA)

3I/ATLAS es apenas el tercer objeto interestelar confirmado, después de ‘Oumuamua y Borisov. Pero su comportamiento lo distingue de ambos. 

Al acercarse al Sol, desarrolló una coma activa y un patrón de emisiones gaseosas similar al de un cometa, lo que permitió caracterizar su composición mediante espectroscopía óptica, infrarroja y, por primera vez en un objeto de este tipo, radioastronomía.

En octubre, el radiotelescopio sudafricano MeerKAT detectó líneas de absorción correspondientes al radical OH, un subproducto de la descomposición del agua. Las mediciones confirmaron no solo que 3I/ATLAS libera material volátil, sino que lo hace al nivel de los cometas más activos del sistema solar. 

Ese comportamiento resultó particularmente notable porque la señal fue captada cuando el objeto estaba muy próximo al Sol desde la perspectiva terrestre, una configuración que suele dificultar este tipo de observaciones.

Las mediciones Doppler asociadas a la señal situaron el objeto desplazándose a más de 68 km por segundo, coherente con su trayectoria hiperbólica, una firma clara de su origen más allá del sistema solar.

La cola que sorprendió a todos

3I/ATLAS

La atención pública dio un nuevo giro cuando dos imágenes, captadas el 8 y 9 de noviembre por equipos independientes, revelaron un conjunto de estructuras gaseosas poco habituales. 

En la primera imagen se observaban hasta siete chorros de material saliendo del núcleo, algunos en direcciones inesperadas, generando lo que los astrónomos llaman anticolas, formadas por efectos de iluminación y perspectiva.

La segunda imagen mostró una cola principal cuya extensión superaría los 3 millones de kilómetros, una magnitud que situó a 3I/ATLAS entre los objetos con mayor actividad registrada dentro del sistema solar reciente. 

Esta cola, extremadamente fina y alargada, se formó mientras el objeto se alejaba del perihelio, en dirección opuesta al Sol, y quedó acompañada por una compleja estructura secundaria todavía en análisis.

La comunidad científica señala que este tipo de comportamientos, aunque poco comunes, se explican por la combinación entre la composición específica del cometa, la intensidad del viento solar y las variaciones térmicas extremas que experimentan los objetos interestelares al cruzar regiones cercanas al Sol por primera vez.

Un objeto envuelto en debate público

3I/ATLAS (NASA)

El protagonismo de 3I/ATLAS no se ha limitado a los observatorios. La falta inicial de imágenes oficiales, las declaraciones de científicos de renombre como Avi Loeb y una ola de interés popular, alimentada por figuras mediáticas como Kim Kardashian, impulsaron una discusión que trascendió el ámbito estrictamente científico

Parte del debate giró en torno a la posibilidad, considerada remota por la mayoría de expertos, de que el objeto fuese una estructura artificial.

Las observaciones de telescopios como Hubble y James Webb, sin embargo, han mostrado un comportamiento compatible con un cometa activo: presencia de vapor de agua, emisiones de dióxido de carbono, una coma bien definida y una cola orientada en la dirección antisolar. 

Aunque su composición presenta desequilibrios en niveles de níquel y CO₂, estos fenómenos pueden corresponder a procesos químicos asociados a condiciones extremas en su sistema de origen.

Al mismo tiempo, las instituciones espaciales han insistido públicamente en que no existe evidencia de que el objeto represente un riesgo para la Tierra. Su paso más cercano, a unos 270 millones de kilómetros, lo sitúa muy por encima de cualquier distancia de preocupación para defensa planetaria.

Un laboratorio natural para estudiar el espacio profundo

3I/ATLAS (NASA)

Los investigadores consideran que el verdadero valor de 3I/ATLAS está en su capacidad para aportar información sobre regiones de la galaxia que nunca podremos visitar de forma directa. 

Las proporciones entre sus isótopos de carbono, nitrógeno y otros elementos podrían indicar el tipo de estrella en torno al cual se formó y los procesos energéticos a los que estuvo expuesto durante millones de años.

La química volátil detectada, sumada a la actividad registrada antes de su acercamiento al Sol, plantea preguntas sobre las diferencias entre los materiales que componen los cometas locales y los que se originan en sistemas estelares distantes. A medida que se aleja del perihelio, su actividad comienza a cambiar, ofreciendo nuevas oportunidades para medir su evolución en tiempo real.

El objeto permanecerá bajo monitoreo intensivo de la NASA hasta enero de 2026, un seguimiento poco común para este tipo de visitantes y que permitirá sumar datos desde múltiples plataformas, incluido el telescopio Vera Rubin en Chile, diseñado para descubrir más objetos de naturaleza similar en los próximos años.

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