Hay quien quiere construir una ética del sexo con robots (y prohibirlo, claro)

Hay quien quiere construir una ética del sexo con robots (y prohibirlo, claro)

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Hay quien quiere construir una ética del sexo con robots (y prohibirlo, claro)

En "Ex Machina" el protagonista se enamora del robot humanoide con aspecto y voz femeninos. En la serie televisiva "Humans" de AMC el marido de la familia protagonista engaña a su mujer con su "sintética". La ciencia ficción ha aprovechado esas relaciones sexuales y amorosas con robots en innumerables ocasiones, pero cada vez más se plantean desarrollos que harían realidad esa posibilidad.

Empresas como True Companion y Real Doll se encargan de fabricar robots destinados a usuarios que quieren tener ese tipo de relaciones sexuales, algo que probablemente irá a más y que algunos organismos quieren tratar de impedir.

La guerra contra los robots sexuales, en marcha

Es el caso de la llamada Campaña Contra los Robots Sexuales (Campaign Agains Sex Robots), liderada por Kathleen Richardson, especializada en ética robótica y detractora de unas relaciones que como explicaba en The Washington Post, "no están bien".

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El argumento de Richardson fue presentado en un estudio en el que la autora propone que "las relaciones de prostitución con máquinas no son ni éticas ni seguras. El desarrollo de robots sexuales reforzará aún más las relaciones de poder que no reconocen a ambas partes como sujetos humanos".

Por supuesto, los creadores de este tipo de robots también esgrimen sus argumentos. "No estamos reemplazando a una esposa o tratando de sustituir a una novia", explica Douglas Hines, CEO de True Companion. "Esta es una solución para gente que está entre dos relaciones o para alguien que ha perdido a su esposa... La gente puede encontrar la felicidad y sentirse llena de formas alternativas a la interacción humana".

Una realidad que contemplar desde distintas perspectivas

La aparición de este tipo de robots no solo es una realidad: su evolución y perfeccionamiento parece inevitable. Para muchos los robots sexuales basados en tecnología especializada no serían más que caras ayudas para la masturbación, un tema que sigue siendo tabú en muchos ámbitos sociales y en el que precisamente la introducción de la tecnología ha sido evidente desde hace años.

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Pero el aspecto humanoide de esos robots y sus propias funciones plantea nuevos aspectos de esa relación con estas máquinas que algún día podrían ser mucho más que eso. Pasarían de ser un objeto o herramienta más a algo que modificaría nuestra propia esencia: la responsabilidad con el resto de la humanidad a la que aluden los detractores de los robots sexuales es un argumento difícil de rebatir, como también lo es el que utilizan los creadores de estos robots, que simplemente plantean una solución a un problema y la oferta a una demanda muy real.

El escritor David Levy ya trató el tema en profundidad en 2007 en su libro "Love and Sex with Robots: The Evolution of Human-Robot Relationships". En aquel texto este autor dejaba claro que "el amor a los robots será tan normal como el amor a otros seres humanos", y esa predicción parece ahora más real que nunca, porque según dice Levy, las máquinas son ya parte evidente de nuestra vida sexual.

"Hay un número cada vez más grande de gente que encuentra muy difícil generar una relación, y esto llenará ese vacío", afirmaba Levy en la BBC. "No es más humillante para la mujer que lo humillante que pueda ser un vibrador" (si es que eso es humillante, un calificativo poco afortunado de Levy).

Los robots sexuales con forma humanoide femenina son más numerosos que los que tienen forma masculina -en el estudio afirman que estos últimos estarán presentes en menor grado-, pero parece evidente que el futuro plantea nuevos y mayores desarrollos en este ámbito.

La nueva reflexión ética en temas de robótica

Son muchos los ámbitos en los que los robots plantean cambios notables en nuestra sociedad. En estos últimos meses hemos podido comprobar como esos escenarios podrían incluir a los robots utilizados para reducir el número de bajas civiles en conflictos armados, y también es permanente el debate sobre si los robots crean o destruyen puestos de trabajo.

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En todas esas conversaciones hay cada vez una reflexión más profunda sobre la Ética Robótica y lo que nosotros mismos sentimos hacia las máquinas. Hablamos de ambos temas y exploramos tanto el debate sobre la gente que ama a los robots y quiere defender sus derechos como el efecto que los robots causan en nosotros y sobre todo el que podrían causar si alguna vez toman conciencia de sí mismos, algo que parece aún estar muy lejos de nuestra realidad.

Todos estos debates no parecen frenar unos avances que dejan claro que hay mucho terreno por delante en todo lo relacionado con la robótica. Y desde luego también en esa rama de la robótica del placer, que a buen seguro se convertirá en una alternativa relevante para millones de personas en todo el mundo.

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