ASUS ROG Zephyrus, análisis: si te acostumbras a su teclado, su masiva GTX 1080 te atrapará

ASUS ROG Zephyrus, análisis: si te acostumbras a su teclado, su masiva GTX 1080 te atrapará

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ASUS ROG Zephyrus, análisis: si te acostumbras a su teclado, su masiva GTX 1080 te atrapará

Este portátil no es un portátil normal. No lo es por especificaciones, desde luego, pero sobre todo no lo es por un diseño que sorprende tanto exterior como sobre todo interiormente.

Puede que esa sea la apuesta del ASUS ROG Zephyrus, un equipo que llama la atención por sus prestaciones pero lo hace incluso más por esa particular combinación de su teclado y touchpad. Hay mucho que contar de este peculiar ultraportátil para gaming: manos a la obra.

Especificaciones técnicas

La configuración hardware de este ASUS ROG Zephyrus es bestial, algo que suele ser habitual en los portátiles gaming pero que sorprende especialmente cuando estamos ante un equipo con un grosor que no es mucho mayor que el del MacBook Air.

ASUS ROG Zephyrus GX501
Pantalla IPS 15,6 pulgadas 1.920 x 1.080, G-Sync, 120 Hz
Tamaño 379 x 262 x 179 mm
Peso 2.200 gramos
Procesador Intel Core i7-7700HQ
Gráficos NVIDIA GeForce GTX 1080 (8 GB GDDR5) Max-Q
RAM 24 GB DDR4 (2400 MHz)
Almacenamiento SSD 512 GB NVMe M.2
Sistema operativo Windows 10 Home
Conectividad Wi-Fi 802.11ac 2x2 MIMO, Bluetooth 4.1
Batería 50 Wh
Puertos 1 USB-C (Thunderbolt 3), 4 x USB-A (USB 3.0), puerto auriculares, HDMI 2.0 (tamaño completo), bloqueo kensington
Precio 3.499 dólares

Por eso llama la atención contar con lo último de lo último en una propuesta tan "a dieta" como la de ASUS. Para empezar, un Intel Core i7-7700HQ, un procesador quad-core a 2,8 GHZ (3,8 GHz con turbo) que tiene un TDP nada despreciable: 45W poco habituales en un ultraportátil.

A ese procesador le acompañan en este caso la mareante cifra de 24 GB de memoria RAM DDR4, a lo que se suma una unidad SSD M.2 PCIe de 512 GB.

Esa apuesta hardware se completa con otro apartado muy especial: el de la pantalla de 15,6 pulgadas con resolución Full HD (1.920 x 1.080 píxeles) que se queda corta en resolución pero que lo suple con dos elementos clave para los jugones: frecuencia de refresco de 120 Hz y soporte para la tecnología NVIDIA G-Sync.

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Hay buenas noticias tanto en conectividad inalámbrica (WiFi 802.11ac y BT4.1 gracias al chipset Intel Wireless-AC 8265) como en su capacidad de expansión, que es sobrada gracias a la presencia de cuatro puertos USB 3.0 convencionales y sobre todo un puerto USB-C con interfaz Thunderbolt 3.

Es una lástima que no haya puerto Ethernet (el grosor del equipo lo impedía), pero ASUS ha pensado en todo e incluye un adaptador de USB a RJ45 para que los gamers puedan aprovechar sus conexiones de red al máximo. Lo que sí que no tenemos disponible es un lector de tarjetas SD, uno de los grandes despistes de un equipo sobresaliente en cuanto a su elección de puertos de conexión.

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El puerto HDMI de tamaño completo es otro elemento destacado, mientras que también hay sitio para la toma de auriculares y un bloqueo Kengsington que puede evitarnos algún susto si alguien intenta robarnos el equipo mientras no estamos delante.

El último elemento visible de los laterales es la toma de corriente, que permite alimentar al portátil gracias a un transformador que lamentablemente no sigue la estética de este equipo: ese transformador es enorme, pero es algo lógico si queremos dar energía suficiente a esta bestia portátil.

Sin embargo el protagonismo absoluto del equipo en materia hardware se lo lleva por supuesto su tarjeta gráfica, una NVIDIA GeForce GTX 1080 "diferente a las demás".

Demos una ¿calurosa? bienvenida a la tecnología Max-Q

La presencia de esta gráfica no es casualidad: NVIDIA anunció este verano su gama de soluciones Max-Q para portátiles, y el ASUS ROG Zephyrus fue uno de los primeros en poder presumir de ellas. La esencia de estos modelos es clara: poder integrar gráficas con un gran consumo en equipos portátiles, algo que teóricamente sería difícil hacer, y más en un equipo tan delgado como este.

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¿Cómo lo han logrado? Recortando ligeramente las prestaciones. El consumo normal de una GTX 1080 es de 180 W, pero en este modelo ese consumo se reduce a 90 W. Para ello cogen una GTX 1080 convencional con 2.560 shaders y reducen el voltaje operativo, lo que a su vez obliga a reducir la frecuencia de reloj de la GPU.

Mientras que una GTX 1080 funciona a una frecuencia de reloj estándar de 1.582 MHz y puede subir hasta los 1.771 MHz, en esta versión Max-Q esas frecuencias son de 1.297 y 1.436 MHz respectivamente.

Esa reducción permite que el consumo también se decremente, y eso hace que también haya una pérdida sensible de rendimiento, como veremos en los resultados de las pruebas. Hay portátiles mucho más voluminosos con GTX 1080 estándares que desde luego obtienen mejores cifras, pero creemos que la decisión de ASUS en este caso es beneficiosa para los jugones que buscan un equipo más compacto... y para sus facturas de la luz.

Una refrigeración destacable

No es demasiado habitual dedicar un apartado de un análisis a la refrigeración de un portátil, pero en un equipo para gaming creemos que es interesante contar lo importante que es este apartado y cómo logra ASUS mantener todos los componentes a buena temperatura.

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Aquí la clave es el llamado Active Aerodynamic System, una solución espectacular por su diseño y funcionamiento. ¿En qué se basa esta idea? Fácil: en "romper" el portátil.

Lógicamente el portátil no se rompe como tal, pero cada vez que abrimos la pantalla un mecanismo en la parte inferior separa la tapa de la carcasa de la parte inmediatamente superior. Eso permite dar salida al aire caliente de una forma muy eficiente gracias a esa abertura de 6 mm que ayuda a que los ventiladores "respiren" mejor.

Los propios ingenieros de ASUS explicaban la idea con detalle en su blog, y es allí donde explican cómo los ventiladores cogen aire de la parte superior (en el teclado existen pequeñas microperforaciones) y su diseño, con un nuevo polímero para las palas, logra crear mayor flujo de aire a menores revoluciones.

Hablemos de diseño (por el momento, solo del exterior)

Debe estar bastante bien ser diseñador de portátiles gaming: uno puede dar rienda suelta a toda su creatividad y salir de las eestrictas reglas de los portátiles convencionales. Eso se nota en muchos de estos modelos, y si hay portátiles gaming originales, esos son los de ASUS.

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La firma ya lo demostró con modelos como su ASUS ROG GX700 hace tiempo, y desde luego este ASUS ROG Zephyrus vuelve a confirmar ese gusto por las sorpresas. Los elementos diferenciales empiezan pronto, porque tenemos ante nosotros uno de los portátiles para jugones más delgados que hemos visto.

Esa es una de las grandes virtudes del ASUS ROG Zephyrus, pero el equipo destaca ya a primera vista por una carcasa superior en un negro anodizado llamativo que solo rompe el logotipo de la familia Republic Of Gamers.

Las líneas del equipo son la otra sorpresa: este equipo se parece más a un MacBook Pro convencional que a un portátil para jugar, porque tenemos una base eminentemente rectangular (con esquinas y biseles ligeramente redondeados para suavizar las esquinas y los bordes) que a priori no parece hacer pensar que lo que encierra es uno de los portátiles más potentes de los últimos tiempos.

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En lugar de eso nos encontramos con esas líneas elegantes y nada chillonas (algo que suele ser característica en otros equipos), casi discretas. En los laterales, la exhibición de puertos de la que ya hemos hablado y, eso sí, las rejillas de ventilación para dar salida al calor generado por esos componentes de última generación. Hay otra de estas rejillas (con un llamativo acabado cobrizo) en el borde posterior del equipo.

La parte inferior, eso sí, es mucho menos imaginativa: una simple carcasa negra con algunos tornillos especiales (detalle simpático de ASUS: en la caja se incluye el destornillador para futuras ampliaciones) y una vez más el logotipo de la división de productos ROG.

Hasta el sistema de iluminación bajo el teclado es discreto, ya que unas pequeñas bandas rojas aparecen a izquierda y derecha de la parte superior del teclado. Lo que sorprende por su elegancia y discreción en el exterior, no obstante, lo hace por original y diferente en el interior. Vamos a ello.

¿Qué hace el teclado aquí? Uy, ¿y el touchpad?

Eso es lo primero que se nos ocurre preguntar cuando abrimos por primera vez la pantalla del ASUS ROG Zephyrus y nos encontramos con su peculiar disposición interior. En lugar de la tradicional, donde el teclado está pegado a la pantalla y el touchpad justo debajo, en este portátil las cosas cambian. Mucho.

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Para empezar, justo pegada a la pantalla hay una superficie aparentemente inútil: una especie de tapa con el logo de ROG y el botón de encendido del equipo que parece esconder algún tipo de secreto.

Ese secreto no es ni más ni menos que el de ayudar a distribuir mejor todos los componentes clave: debajo de ella se encuentran placa base, procesador, memoria o SSD, por ejemplo, mientras que en la parte baja, donde encontramos casi por sorpresa el teclado, está situada la batería del equipo.

Esa configuración del teclado tiene una víctima: el touchpad del equipo está a la derecha del teclado, algo que sí se suele ver en portátiles de 17 pulgadas pero que es algo más raro ver en aquellos con menor diagonal.

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Esa decisión hace que lógicamente manejar el equipo con este touchpad sea, cuanto menos, raro. Las dimensiones del touchpad son inversas a la norma (más alto que ancho) y bajo el touchpad encontramos el botón izquierdo y derecho que están pegados a las teclas de cursor. Ese formato extraño tiene sus pegas, pero el tacto del touchpad es realmente fantástico, como su velocidad y sensibilidad de respuesta.

Sin embargo su disposición y sobre todo la de los botones provoca que en numerosas ocasiones hayamos pulsado el botón izquierdo del ratón en lugar de la tecla para mover el cursor a la derecha. Las confusiones son frecuentes, y aunque como suele decirse es cuestión de acostumbrarse, esta disposición es de todo menos natural.

Ese teclado cuenta además con más diferencias con respecto a las normas no escritas entre los fabricantes. La barra espaciadora tiene un diseño muy... gamer, mientras que las famosas teclas WASD cuentan con una retroiluminación y un diseño ligeramente distinto al de sus compañeras. Hay una ausencia curiosa: no tenemos tecla de Imprimir Pantalla.

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La distribución de las teclas de función también es peculiar (separan el bloque F1-F4 del resto), y tras la tecla Supr nos encontramos con accesos rápidos al ROG Gaming Center, al avance y retroceso de página (combinadas con las teclas Inicio y Fin) y a otra de las sorpresas del equipo: el modo de teclado numérico.

Al pulsar sobre esa tecla el touchpad se convierte en un teclado numérico táctil en el que se sobreimpresionan los números y símbolos del teclado numérico convencional para poder acceder a parte de sus prestaciones. Así, podremos introducir números y operadores, pero no podremos usar ese teclado numérico para códigos ASCII y caracteres especiales, por ejemplo.

Una pantalla 1080p es suficiente (o no)

Aunque esa GTX 1080 Max-Q sea protagonista en el equipo, el otro elemento fundamental de esa propuesta es la pantalla integrada por ASUS, que se decidió por un panel IPS mate de 15,6 pulgadas (no táctil, por supuesto) con resolución 1080p.

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¿1080p? ¿En un portátil gaming de gama alta como este, y con pantalla de 15,6 pulgadas? "¡Qué desastre!", pensarán algunos. La decisión es desde luego cuestionable, pero los argumentos para llevarla a cabo parecen razonables... y puede que hasta acertados.

En primer lugar, esa pantalla es menos exigente tanto con el procesador como sobre todo con la tarjeta gráfica, algo que contribuye a una refrigeración más eficiente y a un consumo de batería más comedido. En segundo, la resolución 1080p es la preferida por muchos gamers, que suben el nivel de detalle al máximo con esa resolución para combinar una buena calidad de imagen con una fluidez envidiable.

Eso no quita para que ASUS no pudiera poner al menos un panel 2K (1440p), algo que muchos hubieran agradecido para jugar (y trabajar, que también es posible en este equipo) a esta resolución, pudiendo en caso de no estar a gusto bajar a resolución 1080p. Eso hubiera incrementado también el coste de un equipo que desde luego no es accesible a todos los públicos.

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De hecho, parece mucho menos importante contar con mayor resolución que hacerlo con las dos tecnologías que más valoran los gamers: una buena frecuencia de refresco (nada menos que 120 Hz) y la tecnología G-Sync para evitar efectos de tearing durante las sesiones de juego.

Al final el efecto es prodigioso, con una suavidad y fluidez de la acción que hasta no hace mucho solo podíamos conseguir en equipos de sobremesa con monitores de gaming. Todo ello hace que la elección de ASUS parezca especialmente acertada.

Rendimiento: el ASUS ROG Zephyrus es una bestia

Todas esas decisiones de ASUS tienen impacto tanto en la experiencia de usuario como en el rendimiento del equipo, que es precisamente uno de los componentes estrella de este portátil para gamers.

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De hecho con esa configuración hardware no es de extrañar que estemos ante uno de los equipos más potentes de cuantos hemos probado en Xataka. No hablamos ya de portátiles solo, porque con estas especificaciones el ROG Zephyrus puede lidiar incluso con PCs de sobremesa muy bien armados.

Las pruebas sintéticas lo demuestran, y mientras que en PCMark 8 los resultados se sitúan un poco más en la media (dependen más de la CPU que de la GPU), en las pruebas que sí aprovechan la GPU este equipo marca la diferencia junto a otras alternativas que hemos analizado en los últimos tiempos.

Las cuentas salen, desde luego: la configuración del poderoso ASUS ROG Zephyrus cumple con las expectativas al enfrentarlo con otros dos portátiles realmente poderosos (el HP Omen 17 y el ASUS ROG GX700) e incluso con esa bestia llamada HP Omen X que analizamos recientemente.

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Como se puede ver en las siguientes gráficas, el rendimiento en todos los apartados es sobresaliente, aunque sí es cierto que esa GTX 1080 Max-Q se parece casi más a una 1070 de escritorio que a una 1080. No tenemos muchas quejas, claro: con este formato de portátil el logro tecnológico es sobresaliente.

Esas pruebas sintéticas se complementan con nuestras pruebas en juegos, en los que probamos juegos como 'Battlefield 1', 'Rise of the Tomb Raider' o 'Dirt Rally'. Como era de esperar, incluso poniendo el detalle al máximo las tasas de fotogramas por segundo en esa resolución 1080p fueron excelentes.

En 'Battlefield 1' por ejemplo esa tasa no solía bajar de 100 fps en todo momento, con muchos ratos sostenidos de 115-117 fps. 'Dirt Rally', igual de espectacular pero menos exigente, mostraba 130-140 FPS continuamente en el marcador de la herramienta FRAPS aun cuando habíamos situado las preferencias gráficas en 'Ultra'.

En 'Rise of the Tomb Raider', un título algo más exigente a nivel gráfico, la tasa sostenida rondaba los 100-110 fps en todo momento: la fluidez en esos juegos es fantástica gracias a esa frecuencia de refresco y a la tecnología G-Sync, que hacen que la inmersión sea mayor, aunque eso sí, la pantalla se nos queda "algo pequeña", y aquí es donde la experiencia de juego con un monitor convencional también puede marcar la diferencia.

También pudimos comprobar el excelente rendimiento de la unidad de almacenamiento: en este equipo se incluye la unidad Samsung SM961 de 512 GB en formato M.2 con tecnología NVMe, y su rendimiento es, como era de esperar, fantástico: más de 3 GB/s en lectura y más de 1,6 GB/s en escritura, cifras mareantes que no hacen sino ayudar a que todo vaya como una seda en el equipo.

Un portátil distinto con una pequeña gran pega: la batería

Todos estos resultados vienen a confirmar aquello que ya se intuye desde el primer momento con este equipo: estamos ante un portátil para gamers con una de las configuraciones y diseño más destacables y diferenciales de los últimos tiempos.

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Hay que destacar que en ASUS no se olvidan tampoco del apartado software, y de hecho en el teclado tenemos una tecla dedicada para acceder al llamado ASUS ROG Gaming Center, un centro de control con una interfaz digna de película de ciencia-ficción.

Desde ahí podremos establecer distintos perfiles de uso del procesador, de la pantalla (modos diferenciados para RTS y FPS, por ejemplo) o acceder a utilizades específicas como Sonic Radar o ROG Aura, que permite personalizar el aspecto de la iluminación del teclado, aunque las opciones sean inferiores a las de otros modelos.

Gaming Center

Aprovechemos esas opciones o no, lo cierto es que estamos ante un portátil con un margen de maniobra fantástico a la hora de disfrutar de los videojuegos, pero que obviamente también puede comportarse muy bien como equipo (o ya puestos, estación) de trabajo.

En esa experiencia desde luego la posición del teclado y la posición y formato del touchpad (los usuarios zurdos parecen quedar fuera de la ecuación aquí) no ayudan demasiado al principio, y de hecho en el paquete ASUS incluye dos elementos interesantes: un cómodo reposamuñecas con un textura de piel sintética y sobre todo su ratón óptico Strix Impact, un elemento imprescindible para trabajar y jugar.

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El único pero realmente importante que se le puede poner a este equipo es el de su batería: en nuestras pruebas con un uso convencional del portátil como equipo de trabajo (para redactar este artículo, por ejemplo) nos hemos encontrado con una autonomía de menos de dos horas.

La cosa es aún peor al utilizarlo en juegos sin estar enchufado, porque incluso la CPU y la gráfica bajan de rendimiento de forma asombrosa cuando lo usamos en este modo para alargar un poco esa autonomía. En 'Battlefield 1' pasamos de los 100-110 fotogramas por segundo sostenidos a un límite de 30 del cual el ROG Zephyrus prefiere no pasar.

Esa limitación se une lógicamente al ruido generado por el equipo, que es el que podríamos esperar en un portátil para gamers: esa GTX 1080, aun algo por debajo de su configuración habitual, genera bastante calor, y eso hace que cuando estemos jugando el bufido continuo y claramente audible de los ventiladores nos acompañe.

No es demasiado problema si tenemos en cuenta que al final en esas sesiones jugaremos con unos buenos auriculares conectados —otra de las utilidades software de ASUS incluidas en el sistema se dedica a personalizar ese aspecto—, pero es un elemento claro de un equipo que por su potencia es inevitable que haga algo de ruido. No especialmente molesto, pero sí constante cuando le sometemos a una carga de trabajo elevada.

ASUS ROG Zephyrus, la opinión y nota de Xataka

Los portátiles destinados al mundo del gaming suelen tener una orientación clara, pero aquí ASUS rompe el molde con un equipo al que no todos los gamers querrán acceder. La razón es obvia: el ASUS ROG Zephyrus sacrifica parte del rendimiento que uno esperaría de una GTX 1080 estándar para lograr un tamaño y un diseño mucho más en línea con los modernos ultraportátiles.

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De hecho ese rendimiento, como vemos en las pruebas, es fantástico, pero se acerca más a una GTX 1070 convencional que a una GTX 1080, algo que puede hacer que los usuarios se sientan algo engañados. Los beneficios de las Max-Q son no obstante destacables, porque aparte de ese diseño logramos que el consumo energético sea mucho más asumible, y el rendimiento, aun estando solo algo por encima de las GTX 1070, es sobresaliente.

A todo ello debemos sumarle ese singular diseño del ratón y teclado que puede no convencer —con decisiones como estas se suelen generar amores y odios a partes iguales— pero que desde luego aportan otro de los elementos diferenciales del ROG Zephyrus.

Pero claro, aquí es el usuario el que decide: si busca un equipo de gaming con las máximas prestaciones quizás quiera ir directamente a algún equipo con una GTX 1070 convencional y ahorrarse varios cientos de euros (el propio ASUS Strix GL502VS es un ejemplo), pero obviamente se encontrará con un equipo mucho más voluminoso y que probablemente no disponga de esa pantalla con esa frecuencia de refresco o con esa tecnología G-Sync. Si por el contrario buscas un ultraportátil manejable de gaming, la alternativa está aquí, aunque a un precio realmente alto de 3.499 euros. Hay otras en esta línea (Razer tienta a los usuarios desde hace tiempo con sus Blade Pro, por ejemplo), pero desde luego la de ASUS vuelve a confirmar la buena salud de un segmento que ha ganado en opciones y prestaciones como nunca antes.

8,2

Diseño8,5
Pantalla8,75
Rendimiento9,25
Teclado/trackpad6,5
Software8,0
Autonomía5,5

A favor

  • Diseño elegante y ultradelgado
  • Los 120 Hz y la tecnología G-Sync aportan una fluidez prodigiosa
  • Consumo y ruido reducidos para un equipo de estas características

En contra

  • Precio elevado
  • El teclado y sobre todo el ratón son demasiado originales
  • Olvídate de jugar sin tenerlo enchufado a la corriente
  • La pantalla se queda corta si lo usas como equipo de trabajo

El ordenador ha sido cedido para la prueba por parte de ASUS. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas

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