La semana pasada Microsoft dio un paso más en su lento pero progresivo camino para posicionar a Windows 10 como su única plataforma. Y es que a pesar de que ya se había descontinuado desde hace bastante tiempo la venta de licencias de Windows 7 Home Basic, Windows 7 Home Premium, y Windows 7 Ultimate a los fabricantes de computadoras, aun se vendían las de Windows 7 Professional and Windows 8.1. Pero eso ha acabado la semana pasada con el cierre definitivo de ventas de licencias a los sistemas anteriores de Windows 10.
Este cierre definitivo de venta de licencias a fabricantes OEMs significa que a partir de ahora los amantes de Windows 7 y Windows 8.1 solo podrán conseguir equipos con estos sistemas operativos preintalados de las existencias previas a este cierre hasta que se agoten los inventarios. A partir de ese punto comprar un equipo con Windows 7 u 8 legal será prácticamente imposible, y tambien poco práctico debido al progresivo corte de soporte de hardware que Intel y Microsoft están comenzando a aplicar con algunas nuevas familias de procesadores sobre sistemas anteriores a Windows 10.
En todo caso, que Microsoft no venda más licencias de Windows 7 y Windows 8.1 no significa que olvidara estos dos sistemas de un solo golpe. Pues como vemos en la gráfica de ciclo de vida de ambos sistemas, todavía queda algo de tiempo en ambos casos para seguir recibiendo actualizaciones críticas contra vulnerabilidades hasta el 2020 en el caso de Win7 y 2023 para Win8.1.
Para el caso de Windows 10, el cierre de su ciclo de vida aún no está programado, pues aún no existe un sucesor a la vista para el mismo. Todo parece indicar que Microsoft se va a apegar a sus declaraciones iniciales, de hacer de Windows 10 su última versión de Windows, con actualizaciones periódicas que no solo apliquen parches de corrección de errores, sino que también agreguen nuevas funcionalidades, como lo es el caso de la Windows 10 Creators Update que veremos llegar el año que viene.