El sorteo de grupos del Mundial 2026 dejó un momento inesperado que rápidamente escaló en redes sociales: la entrega del nuevo “premio de la paz” de la FIFA al presidente Donald Trump en plena ceremonia.
El gesto, protagonizado por Gianni Infantino, detonó un debate global sobre los usos políticos del deporte, reactivando un término que se ha vuelto habitual en discusiones sobre grandes eventos internacionales: sportswashing.
La escena, realizada en el Centro Kennedy para las Artes Escénicas, mostró a un Trump recibiendo una medalla y un trofeo que, según la FIFA, reconocen acciones para “promover la paz y la unidad en todo el mundo”.
Pero el contexto geopolítico sumado a las tensiones por políticas migratorias, derechos civiles y libertad de expresión en Estados Unidos, llevó a que miles de usuarios interpretaran el gesto como un intento simbólico de legitimación a través del deporte.
Ese cruce entre imagen pública, política internacional y espectáculo futbolístico catapultó la palabra sportswashing al centro de la conversación digital durante el sorteo, especialmente en Colombia, donde los debates sobre geopolítica suelen amplificarse en vísperas de eventos deportivos de gran alcance.
Qué significa sportswashing según Fundéu y la RAE
(The White House)
Para el español, la Fundéu, fundación impulsada por la Real Academia Española para promover el buen uso del español, ha formalizado alternativas propias para evitar el anglicismo.
Explica que sportswashing, acrónimo entre sports (deporte) y whitewashing (lavado de imagen), se puede reemplazar adecuadamente por:
- blanqueo deportivo,
- blanqueamiento deportivo, o
- lavado deportivo (de imagen).
Estas expresiones ya están asentadas en medios y reflejan con precisión la práctica: usar el deporte para mejorar reputación, proyectar modernidad o desplazar narrativas relacionadas con abusos de poder o cuestionamientos internacionales.
Cómo lo define Amnistía Internacional
(Amnistía Internacional)
Amnistía Internacional ha desarrollado una explicación más amplia del fenómeno, subrayando su impacto en debates de derechos humanos.
La organización describe el sportswashing como una estrategia mediante la cual gobiernos y actores con historial de vulneraciones utilizan eventos deportivos, patrocinios o compra de equipos para mejorar su imagen en el exterior.
Ejemplos como mundiales organizados por regímenes autoritarios, cambios de sede en campeonatos para favorecer intereses estatales o inversiones masivas en clubes internacionales permiten comprender por qué el término aparece con tanta frecuencia en discusiones globales.
Amnistía recuerda que esta práctica no es novedosa: desde las Olimpiadas de Berlín 1936 hasta grandes torneos actuales, el deporte ha sido una herramienta de diplomacia blanda y también un escenario donde se intentan diluir críticas relacionadas con protestas, libertades civiles, discriminación o políticas migratorias.
Por qué volvió a ser tendencia durante el sorteo del Mundial 2026
(Amnistía Internacional)
Durante el sorteo, el reconocimiento público a Trump coincidió con reportes de organizaciones como la Sport & Rights Alliance, que advierten sobre riesgos de derechos humanos asociados al Mundial 2026: protestas, políticas migratorias restrictivas, vigilancia, libertad de prensa, trato a seguidores extranjeros y seguridad para la población LGBTI+.
La confluencia entre un premio simbólico, tensiones políticas internas y el despliegue global del fútbol creó el escenario ideal para que el concepto de sportswashing resurgiera con fuerza.
Para la Sport & Rights Alliance, FIFA tiene la responsabilidad de garantizar que el evento no se vea afectado por políticas que contravengan principios de libertad, igualdad y trato digno. De aquí surge la preocupación de activistas y especialistas que incidió directamente en que sportswashing se colara entre las tendencias durante el sorteo.
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