Hubo un tiempo en que tener un portátil basado en Solaris y con CPU TurboSPARC era lo más (y costaba 21.000 dólares)

Hubo un tiempo en que tener un portátil basado en Solaris y con CPU TurboSPARC era lo más (y costaba 21.000 dólares)
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Ya en los años 90 Microsoft y Apple eran las claras referencias en el mundo de la informática. Los portátiles basados en Windows y MacOS tenían su potencial, pero había máquinas que trataban de hacer cosas diferentes.

El Tadpole SPARCbook 3000ST era una de esas máquinas, y de hecho era una estación de trabajo excepcional para la época. Una que costaba 21.000 dólares de la época y que era la envidia de todo friqui que se precisa con su procesador TurboSPARC, su sistema operativo Solaris y su entorno gráfico Open Windows. Aquello era lo más.

Un hardware que ponía los dientes largos (en 1997)

Lo sabe bien Jason Eckert, un usuario que por casualidad logró encontrar uno de estos portátiles absolutamente nuevos, como si hubieran sido producidos ayer. Compró el equipo en una web de productos de segunda mano por 50 dólares, algo sorprendente teniendo en cuenta el precio original de un producto que se lanzó en 1997 a un precio de 21.000 dólares.

Tad1

El ordenador contaba con unas especificaciones que lógicamente 22 años después parecen modestas, pero que eran excepcionales en 1997. Para empezar su procesador, un Fujitsu TurboSPARC CPU a 170 MHz similar en prestaciones a un Pentium a 120 MHz, que precedió a la plataforma UltraSPARC de 64 bits. La pantalla de 10,4 pulgadas ofrecía una resolución de 800x600 píxeles y soporte de 16 millones de colores.

Aquel procesador estaba acompañado de unos impresionantes 128 MB de RAM (algo alucinante en un portátil en 1997) y sobre todo por un sistema operativo sensacional para la época: Sun Solaris 2.5.1, una de las versiones comerciales de los UNIX originales que además contaba con un entorno de ventanas igualmente prodigioso, OpenWindow.

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Especificaciones técnicas del SPARCBook 3000ST. Fuente: ManualsLib

La construcción era igualmente llamativa: la aleación de magnesio lo hacía "ligero" (pesaba 3,62 kg) y resistente, y en su interior contábamos con un teclado idéntico al de los IBM ThinkPad, algo que se debía a que IBM fue inversor en TadPole.

Openwindow2

Entre sus puertos de conexión teníamos conector a redes RDSI, Ethernet, salida VGA, puerto SCSI externo y el puerto PCMCIA tradicional en los portátiles de aquella década. Incluso contaba con una pantalla LCD encima del teclado para mostrar ciertos mensajes de estado y que contaba con dos líneas de 16 caracteres.

Un viaje al pasado que no parece tan lejano

Eckert contaba en su blog cómo tuvo que encontrar una fuente de alimentación original (por 30 dólares) con la que poder utilizar este equipo, tras lo cual pudo arrancarlo y comprobar ese primer inicio de Solaris 2.5.1.

Pero se encontró con un problema: no tenía acceso a la contraseña del administrador (root). Pudo solucionarlo retirando la unidad de disco de 2,5 pulgadas original y conectándola mediante una caja USB a una Sun Blade 1500 que ya tenía y que funciona con Solaris 10. Eso le permitió editar el fichero /etc/shadow en el que residen las contraseñas para volver a meter el disco en el portátil y, esta vez, trabajar sin problemas.

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El resultado: acceso completo a un equipo que desde luego era una vuelta al pasado, pero un pasado que ya mostraba joyas como las de su gestor de ventanas, OpenWindows. Esta interfaz gráfica de Sun era un prodigio para la época, y daba acceso a diversas utilidades, aunque curiosamente no había aplicaciones hoy vitales como un navegador de internet -porque internet no era lo que es hoy hace 20 años, claro-.

Openwindow

En ese uso de esta vieja estación de trabajo se pueden seguir haciendo cosas llamativas, y de hecho Eckert reconocía que lo usará para hacer presentaciones gracias al puerto VGA en un grupo local de usuarios de Linux en el que participa.

Ya ha instalado DOOM, que corre sorprendentemente bien en este equipo ("porque toda máquina necesita un DOOM", explicaba en sus impresiones), y desde luego es interesante comprobar que incluso con todo el tiempo que ha pasado es posible aprovechar esta máquina casi mítica para algunas tareas cotidianas sin demasiados problemas.

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