La nueva variante británica del coronavirus está poniendo Europa patas arriba: qué sabemos sobre ella hasta el momento, qué estamos haciendo y cómo nos afecta

La nueva variante británica del coronavirus está poniendo Europa patas arriba: qué sabemos sobre ella hasta el momento, qué estamos haciendo y cómo nos afecta
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Menos de una semana después de que el Ministerio de Sanidad británico anunciara que habían identificado en más de 60 áreas de salud del sur de Inglaterra una nueva "variante" del coronavirus SARS-CoV-2 que "se propaga con mayor rapidez de lo esperado", el gobierno de Boris Johnson ha confinado Londres y varias zonas del sur y sureste del país. A efectos prácticos, se han cancelado reuniones, se han prohibido viajes y todos los comercios no esenciales, restaurantes, pubs, gimnasios y centros de cultura u ocio deberán cerrar sus puertas.

"Hasta un 62% de los nuevos contagios registrados" en las zonas confinadas son por la nueva variante, explicó Johnson el sábado. Como respuesta, durante el domingo, más de 15 países (entre los que no se encuentra España) han cancelado los vuelos con la isla. También, el Eurotunel, la conexión ferroviaria entre Francia y Reino Unido, también ha cerrado. Aunque la variante ya se conocía desde hace meses, las drásticas medidas tomadas por el Gobierno británico rectificando su plan navideño tan solo tres días después de haberlo anunciado, han disparado todas las alarmas.

Mientras Europa se cierra y los londineses tratan de huir de la ciudad, la pregunta es casi inevitable, ¿Hemos vuelto a marzo? ¿hemos vuelto a la casilla de salida?

¿Qué sabemos de la nueva variante del SARS-CoV-2?

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Aunque la variante VUI – 202012/01 fue descubierta en octubre de 2020 (a partir de una muestra obtenida en septiembre), lo cierto es que hasta las últimas semanas no ha empezado a empezado a atraer la atención de los investigadores. La caracterización genómica de la variante ha identificado tres grandes mutaciones: la N501Y (asociada a una mayor infectividad), la delección 69–70 (que podría "evadir la respuesta inmunológica") y la P681H (cuya relevancia biológica desconocemos aún). Hay otras mutaciones (A570D, D614G, P681H, T716I, S982A y la delección Y144), pero esas dos parecen las más relevantes.

Esta caracterización es muy interesante, pero lamentablemente solo nos permite obtener un esquema muy general de cómo es la varainte. Nuestras conclusiones, en este momento, solo pueden basarse en estudios previos que hayan profundizado sobre estas mismas mutaciones. Es decir, por "plausibilidad biológica" podemos hacer predicciones sobre el comportamiento de esta variante, pero para estar seguros de los efectos de la variante de SARS-CoV-2 se necesitarán muchos estudios tanto en modelos animales como en pacientes. Afortunadamente, tenemos otros recursos.

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Y es que, más allá de los detalles genómicos, la VUI – 202012/01 es relevante porque las evidencias epidemiológicas recabadas por el Reino Unido parecen indicar que es más infectiva (aunque no parece ser más letal). El informe del Centro Europeo de Control de Enfermedades acepta las estimaciones del Reino Unido una mayor infectividad. No obstante, recuerda que “esta nueva variante ha surgido en una época del año en la que tradicionalmente se ha incrementado la mezcla familiar y social. En este momento, no hay indicios de una mayor gravedad de la infección”.

¿Se transmite más que el resto de variantes?

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Las conclusiones de Londres así lo afirman. El informe del NERVTAG, el grupo asesor de virus respiratorios del Reino Unido, señala que la variante en cuestión ha crecido un 71% más en relación con otras cepas en circulación y que el resto de indicadores relacionados con la infectividad y la carga viral también son muy superiores a la media. Es decir, cree "que la VUI- 202012/01 muestra un sustancial incremento en la trasmisibilidad comparada con otras variantes".

El principal problema es que, como señalaba el CDC europeo, aunque los datos muestren que una variante está creciendo más que las demás, es muy difícil saber a ciencia cierta si una variante crece por sus características propias (porque, por ejemplo, es más infectiva) o por cuestiones epidemiológicas. El hecho de que la variante haya crecido "una época del año en la que tradicionalmente se ha incrementado la mezcla familiar y social" puede estar detrás de este crecimiento, es cierto. No obstante, a nivel de salud pública, no es demasiado importante.

¿Afecta a las vacunas? Esta quizás sea la mejor noticia. Por lo que sabemos de la nueva variante no afecta a la eficacia de las vacunas. Pero, mejor aún, como señala Villatoro, tanto las vacunas de ModeRNA y Pfizer–BioNTech como las Sputnik 5 y Oxford–AstraZeneca "se pueden modificar de forma sencilla para que incorporen las mutaciones en la espícula de la nueva variante". Es decir, en el peor de los casos, la estrategia de vacunación no se vería afectada. No obstante,

Como hemos aprendido durante este año, cuando trabajamos en mitad de una pandemia la prudencia nos exige que tomemos medidas tratando de optimizar la seguridad de la población. Sobre todo, en casos como este en el que las medidas a tomar son idénticas independientemente de qué motive la expansión de la nueva variante. Así, con mayor o menor acierto, iniciativas como el confinamiento de Londres o la suspensión de todos los vuelos con el Reino Unido tratan reducir la movilidad y ralentizar la expansión de la variante. Algo que, incluso en el caso de que la variante ya haya salido de las islas británicas (como parece ser), puede ayudar a controlar la situación.

¿Cómo de preocupante es el problema?

Es preocupante. Incluso a igual nivel de letalidad, una trasmisibilidad mayor supone que, para las mismas medidas de aislamiento, muchas más personas se contagiarán en el mismo tiempo ejerciendo una presión en el sistema sanitario que podría devolvernos a niveles de saturación hospitalaria y de fallecidos similares a los de la primera oleada. Es más, si las estimaciones que sugieren un "incremento absoluto del valor R entre un 0,39 y un 0,93" son ciertas, no queda otro remedio que tomar medidas urgentes y decididas.

Sobre todo, porque ahora, a diferencia de hace meses, sí conocemos qué medidas funcionan contra el coronavirus. En este sentido, la situación es compleja: por un lado, tenemos indicios que nos motivan a tomar medidas (aunque sea por mera prudencia); por el otro, tenemos suficiente conocimiento y herramientas como para tener la certeza de que la situación puede controlarse sin caer en el alarmismo. Solo tenemos que hacerlo.

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