Una mujer fue despedida después de 18 años de trabajo: la empresa vigilaba sus actividades y sabía cuánto tiempo pasaba frente a su PC

Control y vigilancia home office
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El trabajo desde casa ha sido una opción atractiva para muchos empleados, pero también ha planteado desafíos significativos para las empresas. Uno de los problemas más importantes que enfrentan las compañías es la dificultad para asegurarse de que los empleados estén realmente trabajando mientras están en casa, lo que ha llevado a algunas empresas a implementar lo que se conoce como un "modo espía".

El caso de Suzie Cheikho, una mujer que fue despedida después de 18 años de servicio en Insurance Australia Group (IAG), ha despertado controversias en torno a este tema. Lo que más sorprendió a Cheikho no fue tanto su despido, sino el método que la empresa utilizó para controlarla y la justificación que le dieron para terminar su contrato.

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Cheikho, cuyo trabajo implicaba la creación de documentos de seguros y cumplir con los plazos establecidos por la empresa, fue sometida a un plan de seguimiento cuando sus jefes expresaron preocupación por su rendimiento. Este plan, denominado por los directivos como "mejora del rendimiento", consistía en monitorear durante 49 días la cantidad de veces que ella presionaba las teclas de su computadora.

Según la empresa, Cheikho fue despedida por "incumplir plazos y reuniones, ausentarse, ser imposible de contactar, y no completar una tarea que resultó en una multa para un regulador del sector". Esta historia, que ocurrió en febrero de 2023, se hizo pública gracias a una orden judicial y su despido fue confirmado por la Comisión Australiana de Trabajo Justo.

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En su defensa, Cheikho argumentó que tenía una "actividad muy baja", lo que se traduce en 117 horas sin mecanografía documentada durante octubre, 143 en noviembre y 60 en diciembre. También afirmó que en ocasiones usaba otros dispositivos para conectarse cuando tenía problemas con su computadora. Además, mencionó problemas de salud mental que la afectaban.

A pesar de sus argumentos, Cheikho ha hablado con varios medios de comunicación y ha expresado que cree que la IAG tenía un "plan premeditado" para ponerla en una situación difícil. Tras la viralización de su caso, teme que nadie querrá contratarla en el futuro, lo que pone en evidencia las complejidades y los desafíos éticos que rodean la vigilancia de los empleados en el entorno del trabajo remoto.

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