Las novedades de Google suelen ocupar los titulares, pero en esta oportunidad hay una que no cayó nada bien entre los mismos medios encargados de escribirlos. Se trata de la renovada apuesta de la firma por la búsqueda impulsada por IA, con funciones que han suscitado rechazo en el mundo editorial.
Funciones como AI Overview, utilizada por 1.500 millones de personas en todo el mundo. Esa herramienta ha transformado drásticamente el comportamiento de búsqueda, generando consultas más largas y complejas y menos clics tradicionales. Aunque Google afirma que los cambios generarán más búsquedas y, en última instancia, más clics en otros sitios, los datos externos revelan una historia diferente.
El martes, durante su evento Google I/O, la firma anunció una nueva función llamada “modo de IA”, que permitirá a los usuarios interactuar con su motor de búsqueda como si se tratara de un chatbot de inteligencia artificial.
Esta nueva función ofrecería a los usuarios información y respuestas a sus consultas sin la variedad de enlaces que ofrece la búsqueda tradicional de Google, privando aún más a los editores de contenido original, tanto de tráfico como de ingresos.
Si bien el gigante tecnológico promociona estas innovaciones como una forma mejor y más rápida de obtener información, las organizaciones de noticias y los creadores de contenido ya elevaron sus voces de protesta, alegando todo, desde estrangulamiento del tráfico hasta robo de contenido directo.
"Los enlaces eran la última cualidad redentora de la búsqueda que daba a los editores tráfico e ingresos. Ahora Google simplemente toma contenido por la fuerza y lo usa sin ningún retorno, en lo que es la definición de robo. Los remedios del Departamento de Justicia deben abordar esto para evitar que una empresa siga dominando Internet".--Danielle Coffey, presidenta y directora ejecutiva de News/Media Alliance.
Menos clics, menos dinero
En el corazón del descontento de los editores está el flagrante problema de las búsquedas de "clic cero".

Los resúmenes de IA de Google tienen como objetivo responder a las consultas de los usuarios directamente en la página de resultados de búsqueda sintetizando información de varios sitios web.
Si bien es conveniente para los usuarios, ese enfoque reduce drásticamente el incentivo para que hagan clic en la fuente original. Para los editores, que dependen del tráfico de referencia de los motores de búsqueda para generar ingresos publicitarios y suscripciones, es un golpe directo a sus resultados.
Los informes de empresas de optimización de búsqueda como BrightEdge indican una disminución significativa en las tasas de clics de los resultados de búsqueda de Google: algunos estudios sugieren caídas del 30% a más del 50% para los sitios que aparecen en AI Overviews.
¿Innovación o robo?
Alguna vez existió un acuerdo en el que los editores proporcionaban contenido para que Google lo indexara a cambio de tráfico. Hoy ese acuerdo se percibe como roto. Básicamente, Google está aprovechando su posición dominante en las búsquedas para extraer valor del contenido de los editores, y luego proporcionar ese valor directamente a los usuarios en su propia plataforma, a menudo acompañado de sus propios anuncios, sin compartir ni los datos, ni el tráfico, ni las ganancias por publicidad.
Para colmo de males, Google ha sido criticado por su falta de transparencia. La firma de Mountain View decidió no pedir permiso a los editores web para usar sus datos para entrenar modelos de IA en las búsquedas. Esta decisión fue revelada a través de un documento interno de la compañía durante su juicio antimonopolio en Washington.
Este documento, escrito por un ejecutivo de Google Search, indicó que permitir que los editores opten por no participar “complicaría el entrenamiento de los modelos de IA”. En su lugar, Google estableció una política que requiere que todos los editores cuyo contenido aparezca en sus resultados de búsqueda permitan que sus datos se utilicen para funciones de IA.
Esta política se implementó sin un anuncio público, según muestran los documentos. Los editores solo pueden evitar que sus datos se utilicen en la IA si optan por no participar por completo en las búsquedas de Google, un paso que muchos no pueden tomar debido a la participación dominante del 90% de Google en el mercado de búsqueda.
En el fondo de este debate está lo que no es menos que una crisis existencial para el periodismo digital. Los editores argumentan que las acciones de Google amenazan la sostenibilidad de la creación de contenido de calidad, que irónicamente, es lo que alimenta los modelos de IA de Google en primer lugar.
Esta situación ha llevado a un aumento de los llamados a la intervención gubernamental y a la adopción de medidas de regulación para garantizar un ecosistema más equitativo en el que los creadores de contenidos reciban una compensación justa por su trabajo y tengan más control sobre su uso por parte de la IA.
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