A menos que haya una intervención de última hora, Kenneth Eugene Smith morirá -podría ser, incluso, este mismo jueves- por hipoxia de nitrógeno, un nuevo y controvertido procedimiento en el que a una persona se le hace respirar solo nitrógeno para causarle la muerte por falta de oxígeno.
El recluso de 58 años, quien fue condenado por el asesinato a sueldo de una mujer en 1988, se convertirá así en el sujeto de la primera ejecución con nitrógeno en Estados Unidos, un método que numerosos críticos consideran viola la prohibición constitucional de castigos crueles e inusuales.
Alabama aprobó el uso de hipoxia de nitrógeno para las ejecuciones en 2018. El método habitual, la inyección letal, (por lo general, una solución de barbitúricos, paralíticos y potasio) se ha vuelto cada vez más difícil de aplicar debido a la escasez de los medicamentos necesarios, derivada de una prohibición por parte del Reino Unido de la exportación de tiopental sódico en diciembre de 2010.
Las restricciones se basan en el Reglamento de la Unión Europea sobre la Tortura, que las drogas utilizadas en la ejecución mediante inyección letal. Desde diciembre de 2011, la Unión Europea amplió las restricciones comerciales para impedir la exportación de otros medicamentos para la pena capital.
El caso Smith
Smith fue condenado a morir por inyección letal en noviembre de 2022, pero su ejecución tuvo que suspenderse porque los encargados del proceso no pudieron encontrar una vena. Solo semanas después, la acumulación de problemas con el uso de la inyección letal en Alabama llevó al estado a pausar temporalmente todas las ejecuciones.
Las reinició el verano pasado, pero dadas las mencionadas dificultades con la inyección letal, se determinó ejecutar a Smith por el método de hipoxia de nitrógeno.
Los reparos de la defensa se centran en la novedad del método de ejecución, no en su efectividad. Hay numerosas dudas sobre cómo se calibra el equipo de monitoreo de oxígeno y cómo se opera el sistema de hipoxia de nitrógeno.
Si se mezcla con oxígeno, respirar nitrógeno puede provocar efectos fisiológicos adversos, como fatiga anormal, problemas respiratorios, vómitos y espasmos. En ese sentido, es el oxígeno, no el nitrógeno, el que plantea el riesgo.
El estado planea adherir una mascarilla a la cara de Smith para hacer que respire nitrógeno puro mientras está atado a una camilla.
Si una pequeña cantidad de oxígeno entra a la mascarilla, podría prolongar el tiempo que le toma al cuerpo morir, lo que -dicen los críticos- equivaldría a someter al condenado a una asfixia lenta.
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