Elon Musk, fundador de Tesla, SpaceX y otras empresas tecnológicas dio un giro en su trayectoria pública con la creación de un nuevo partido político, el “America Party”, con el que busca desafiar directamente a los republicanos que respaldaron el reciente paquete presupuestal impulsado por el presidente Donald Trump.
El quiebre entre Musk y Trump ha sido progresivo. Durante meses, el hombre más rico del mundo encabezó DOGE (Department of Government Efficiency), una oficina concebida para auditar el gasto federal y reducir duplicidades burocráticas.
Sin embargo, tras el avance del plan fiscal de Trump, Musk se distanció, renunciando públicamente a seguir colaborando con el gobierno en ese rol. De hecho, la creación del America Party surgió en reacción directa a la aprobación de la “One Big Beautiful Bill”, el ambicioso paquete de gasto y recortes fiscales de Trump, convertido en ley a principios de junio.
Trump, por su parte, ha insinuado represalias, incluyendo la posible revisión de los contratos gubernamentales con SpaceX y la eliminación de subsidios a Tesla, y llegó a sugerir que Musk había recibido más subsidios “que ningún otro ser humano en la historia”.
Un partido surgido de una encuesta en X

Musk oficializó su anuncio en su red social X, donde publicó: “hoy se forma el Partido América para devolverles su libertad”.
Su mensaje llegó poco después de haber consultado a sus seguidores sobre la creación de una nueva fuerza política, en una encuesta en la que más del 65 por ciento se manifestó a favor de romper con el actual sistema bipartidista.
Para Musk, el país vive bajo una “sistema de partido único” que, en su visión, no representa una democracia real cuando se trata de frenar el gasto público y la corrupción.
Musk ha cuestionado “One Big Beautiful Bill”

El magnate ha sido un crítico frontal de este plan, que, según estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), podría sumar 3,4 billones de dólares a la deuda nacional en la próxima década.
El magnate respaldó públicamente las objeciones del senador Rand Paul, quien advirtió que el proyecto prioriza el beneficio político de corto plazo sobre la sostenibilidad fiscal de largo plazo.
Musk no escatimó calificativos y lo bautizó como el “DEBT SLAVERY bill” en referencia a lo que considera un riesgo de esclavitud económica por el peso de la deuda.
Se trata de una ley que impacta a Tesla

La ley de Trump, celebrada en una ceremonia en la Casa Blanca en vísperas del Día de la Independencia, incluye recortes sustanciales a programas sociales como Medicaid, además de eliminar incentivos fiscales para energías limpias y vehículos eléctricos.
Este último punto ha tenido un impacto particular sobre Musk, cuyas empresas, especialmente Tesla, se han beneficiado durante años de créditos fiscales y subsidios federales diseñados para impulsar la transición hacia la movilidad eléctrica y la energía renovable.
La eliminación de estos beneficios pone en riesgo parte de los ingresos de Tesla y ya provocó volatilidad en sus acciones, que llegaron a perder más de 150.000 millones de dólares en valor de mercado en junio, antes de recuperar parte del terreno perdido.
Cuál es la estrategia de Musk

Su estrategia, explicó en un hilo en X, pasa por concentrar recursos y esfuerzos en dos o tres escaños clave del Senado y entre ocho y diez distritos de la Cámara de Representantes, suficientes para tener peso decisivo en votaciones sobre leyes controversiales.
Musk comparó su plan político con la táctica militar de Epaminondas en la Batalla de Leuctra, cuando el general tebano derrotó a la invencible falange espartana mediante el uso de fuerza concentrada en puntos estratégicos.
La apuesta de Musk, que asegura que su partido estará plenamente operativo el próximo año, se da en un momento de márgenes legislativos estrechos, donde incluso pequeños bloques pueden tener influencia significativa sobre la agenda política.
Sin embargo, también enfrenta múltiples desafíos: desde la complejidad de construir una organización política nacional hasta el riesgo de que su implicación en la política pueda afectar aún más la percepción pública de sus empresas, en especial Tesla, cuyo crecimiento depende en parte de regulaciones favorables hacia el mercado de vehículos eléctricos y tecnologías limpias.
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