En la temporada de ventas y trámites de fin de año sube el ritmo de transacciones en línea y, con él, la sofisticación de los fraudes.
Los datos muestran que los episodios sospechosos no son raros: TransUnion reportó que 2,3 por ciento de las transacciones en el primer semestre de 2025 se catalogaron como “sospechosas”, mientras que DataCrédito Experian registra que la suplantación digital está detrás del 38 por ciento de los fraudes reportados en el año.
Para muchas víctimas, la estafa se revela semanas después cuando llegan cobros no autorizados o contratos que nunca firmaron. Es por ello que es clave detectar en tiempo real un documento digital manipulado antes de pagar o firmar.
Por qué diciembre es un mes crítico
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En diciembre la prisa comercial y la mayor actividad online crean las condiciones perfectas para estafas que, desde afuera, se ven muy reales. AUCO, firma que modela fraude con IA, advierte que muchos engaños “pasan” como legítimos durante días o semanas hasta que el estallido aparece en enero y febrero.
Los delincuentes aprovechan tanto imágenes filtradas, fotografías de cédulas, recibos o certificados que circulan en chats, así como herramientas de edición y modelos generativos para mezclar datos verdaderos con rostros o firmas alteradas.
El objetivo es uno: producir un documento que convenza al ojo humano y a procesos poco estrictos de verificación.
Cómo falsifican hoy los documentos digitales
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El proceso de fraude suele empezar con la obtención de material auténtico distribuido sin control: una foto de identificación subida a un chat, un comprobante compartido por correo, una foto de nómina que queda en un grupo laboral.
Con esa materia prima, el siguiente paso es editar rasgos faciales y detalles visuales usando herramientas de IA: sombras, proporciones, bordes y hasta logos son retocados para que todo parezca coherente.
Después se incrustan esos datos en plantillas oficiales: contratos, extractos o certificados con números reales, fechas plausibles y firmas escaneadas que aumentan la apariencia de veracidad.
La última capa de la estafa es simular “tiempo real”: un video corto o un audio que aparenta confirmar la interacción en vivo, o un archivo que llega justo en el momento de la supuesta necesidad, ejerciendo presión sobre la víctima.
Detectar en 30 segundos: señales visibles que valen oro
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Antes de subir un documento, responder a una solicitud de pago o firmar un contrato, hay comprobaciones breves que reducen el riesgo. Primero, revisa el canal desde el que te escriben.
Si la petición llega por un WhatsApp personal, un correo genérico o un enlace inesperado vinculado a una cuenta nueva, la comunicación no sigue el protocolo habitual de empresas serias.
Segundo, mira la coherencia entre los datos: la fecha de nacimiento y el aspecto en la foto, el año de expedición del documento con el estilo del papel, o el formato del logo con otras comunicaciones oficiales.
Tercero, desconfía de la presión: mensajes que exigen “confirmación en minutos” o “última oportunidad” buscan forzar una reacción rápida, y ahí es donde muchos cometen errores.
Y cuarto, exige verificación en vivo: una videollamada breve, una captura con un gesto específico o la subida de la imagen a un portal seguro en tiempo real reduce drásticamente la posibilidad de que lo que te están enviando sea una copia preparada con antelación.
Comprobaciones que suelen pasar desapercibidas
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Hay elementos que muchos consideran detalles menores, pero que sirven para filtrar documentos alterados. Examina la calidad de los logos y las firmas: compresión irregular, bordes pixelados o tipografías que no coinciden con las versiones oficiales son pistas válidas.
Verifica que el archivo no sea simplemente una imagen adjunta: las empresas serias piden carga en portales con registro o el uso de flujos verificados. Comprueba la existencia legal del proveedor o la empresa con una búsqueda rápida del NIT, la razón social y un teléfono fijo.
Si el nombre de la compañía no devuelve datos en registros oficiales o aparece solo en redes sociales, pide más pruebas antes de avanzar.
Qué pedir para blindar una transacción
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Pedir no es una molestia, es protección. Solicita una verificación en vivo antes de compartir documentos sensibles.
Pide que te den un canal oficial para subir el archivo o que lo envíen desde una dirección corporativa comprobable. Si la interacción implica una oferta o crédito, exige la documentación adicional que respalde la operación, un comprobante de vigencia de la empresa, datos fiscales o referencias, y tómate el tiempo de confirmarlos. Si algo no cuadra, suspende el pago.
En muchos casos, una llamada de voz, aunque sea breve, desactiva el truco porque los estafadores dependen de la inmediatez y de que el receptor no tenga tiempo para verificar.
Tecnología y prevención institucional
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Las compañías y entidades financieras que combinan revisión humana con herramientas automáticas reducen la tasa de falsos positivos y detectan patrones de manipulación que pasan desapercibidos al ojo.
Para los usuarios, el uso de plataformas de autenticación que registren metadatos (hora, geolocalización, dispositivo) y la exigencia de procesos que pidan evidencia en tiempo real son barreras prácticas contra la suplantación.
Mientras tanto, educar a empleados y clientes sobre señales de fraude y protocolos de verificación es una inversión que evita pérdidas masivas y reclamos posteriores.
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