No es coincidencia que la primera imagen que vemos en el episodio 3 de El problema de los tres cuerpos sea la de Lord Shiva, una muy real estatua ubicada en la también muy real Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN).
Verán, el episodio se llama ‘Destroyer of Worlds’, una de las deidades principales del hinduismo, para el que es quien creó el Universo, es su fuerza motora y, eventualmente, será también quien lo extinga.
Y, de paso, ‘Lord’ es una palabra que oímos de nuevo en este episodio, con ominosas connotaciones.
--Siguen spoilers del tercer episodio de El Problema de los tres cuerpos.--
'Destructor de Mundos'
A diferencia de los dos anteriores, este episodio dedica mucho más tiempo al misterio del juego de realidad virtual que Jin y Jack, muy en contra de los deseos de Auggie, siguen jugando. Esta vez los vemos sumergirse en esa realidad paralela no una, sino tres veces.
Es así que vemos la destrucción de una civlización modelada según la europa de los Tudor, en la que el papa es Conleth Hill, el querido Lord Varys (otro Lord), de Game of Thrones, que aquí, al menos, consiguió un trono.
En el incandescente desenlace de esa civilización aprendemos, por fin, cuál es el problema de los tres cuerpos: el mundo del juego (que pronto descubriremos no es enteramente imaginario) vive en un sistema de tres soles, cuyo comportamiento es inherentemente imposible de predecir. Las capacidades de Jin para deducir este hecho le valen a la dupla el acceso al nivel 3.
También los vemos, en una civilización modelada según la Xanadú de Kublai Kan, deducir que no hay una solución al problema de los tres cuerpos y que el verdadero fin del juego es encontrar a cerebros dotados que ayuden a salvar a la civlización, esta sí muy real, de una raza alienígena a la que sus seguidores han denominado los San-Ti, la expresión china para ‘Tres Cuerpos’.
Una nueva incursión en la realidad del juego nos narra cómo los alienígenas han vivido en una era estable el tiempo suficiente para desarrollar la comunicación interestelar y los viajes interplanetarios, pero saben que tarde o temprano sufrirán el mismo destino que todas las civilizaciones anteriores.
Es más, saben que, tarde o temprano, llegará para su raza una extinción definitiva.
Así que se lanzaron a la búsqueda de nuevo hogar y parecen haberlo encontrado gracias a la osada respuesta de Ye Wenjie, en 1977.
El problema de los ‘Tres Cuerpos’
Aquí el título de la serie cobra un doble significado porque, al tiempo que nos enteramos del ‘problema’ de los ‘Tres Cuerpos’, deducimos que su búsqueda de un nuevo hogar es, ahora, nuestro problema.
La serie no es sutil cuando nos muestra a Will en una cama de hospital, muriendo de cáncer de páncreas en etapa 4, explicando, en un estado inducido por las drogas, que el cáncer “no es malo en sí mismo”, sino que “está buscando un lugar donde vivir”.
Por sus proezas en el juego, Jin y Jack son invitados a pasar al nivel 4. Ambos están sobresaltados, pero Jin acepta asistir a una cumbre con otras personas elegidas. Jack, en cambio, ha oído suficiente, y decide que todo es una estafa. Rechaza seguir jugando y paga el precio.
La misteriosa mujer que le extendió la invitación, se escabulle en su mansión y lo asesina a la vista de múltiples cámaras de vigilancia y de Clarence, que ha estado vigilando el lugar, sin que ni las unas ni el otro registren su presencia.
La toma final del episodio muestra a Jack en un charco de su propia sangre mientras suena un tema de Radiohead que dice: "Esto es lo que obtienes cuando te metes con nosotros".
Con su sutilmente impactante tercer episodio, El problema de los tres cuerpos demuestra que, en efecto, es capaz de sostener las enormes apuestas que dibujó en los dos primeros. El resultado es que ahora sabemos que un poder descomunal, que cree que la Humanidad necesita “aprender de nuevo cómo tener miedo”, se dirige a la Tierra. Eso hace, apropiadamente, que se sienta una noción de inevitabilidad, de amenaza, como las escenas submarinas de Tiburón cuando suena el tema de John Williams.
Y si me preguntan, exactamente así es que debe sentirse una historia sobra una invasión extraterrestre.