El Caribe es actualmente un escenario de tensión geopolítica pues Estados Unidos confirmó el despliegue de diez cazas F-35 Lightning II en Puerto Rico para reforzar operaciones contra carteles de droga que, según Washington, utilizan el territorio venezolano como plataforma de tránsito hacia el norte.
La medida, enmarcada en la ofensiva del presidente Donald Trump contra el narcotráfico regional, añade presión directa sobre el gobierno de Nicolás Maduro, acusado por el Pentágono de operar como un “narcoestado”.
La presencia de estos cazas no es menor: el F-35 es uno de los sistemas de combate más avanzados de la historia, un aparato que combina furtividad, sensores de última generación y capacidad de guerra electrónica en un solo fuselaje.
En términos tecnológicos, más que un avión es un “computador volador armado”, diseñado para dominar los cielos y el ciberespacio al mismo tiempo.
Tecnología furtiva en misiones reales
(Department of Defense)
El F-35 fue concebido para penetrar defensas aéreas sin ser detectado. Su estructura está recubierta con materiales absorbentes de radar y cuenta con bahías internas para portar armas sin comprometer su perfil de sigilo.
En un entorno como el Caribe, donde la cercanía con Venezuela y de paso con Colombia, convierte cada vuelo en un mensaje político, pues esta invisibilidad tecnológica otorga a Estados Unidos una ventaja estratégica evidente.
Y lo que distingue al F-35 de generaciones anteriores es la fusión de datos. Su radar AESA, sus cámaras infrarrojas y su sistema de visión esférica DAS generan una panorámica de 360 grados alrededor de la aeronave.
Toda esa información se integra y se proyecta directamente en el casco del piloto, que puede incluso “ver a través” del avión para detectar amenazas o blancos en cualquier dirección.
En una misión antidrogas, esta capacidad permite identificar embarcaciones sospechosas, coordinar con drones y transmitir información en tiempo real a buques y tropas desplegadas en la región.
El avión que también hace ciberataques
(Department of Defense)
Además de cazar objetivos aéreos o bombardear posiciones terrestres, el F-35 es un centro de guerra electrónica.
Puede bloquear radares enemigos, interferir comunicaciones e incluso ejecutar ataques digitales tácticos sobre sistemas adversarios.
En un escenario donde la frontera entre el combate militar y la inteligencia contra organizaciones criminales se difumina, estas capacidades hacen del F-35 un recurso de presión tanto militar como política.
Un despliegue con mensaje geopolítico
(Department of Defense)
El envío de los F-35 a Puerto Rico se suma a la presencia de siete buques de guerra y un submarino nuclear en la región.
La maniobra ocurre tras un ataque aéreo de Estados Unidos contra una embarcación que transportaba presuntamente cargamentos del grupo Tren de Aragua, calificado por Washington como organización terrorista.
Para Maduro, esta escalada militar es interpretada como un intento de “cambio de régimen” bajo amenaza armada. Para Estados Unidos, en cambio, es la demostración de que puede vigilar e intervenir desde el aire con la aeronave más avanzada de su arsenal disponible para exportación.
Mientras que en Colombia esta situación genera una reacción mixta, pues pese a que algunos sectores lo ven como una contundente disuasión para romper el régimen chavista que gobierna la nación petrolera desde hace más de dos décadas, para otros podría ser el retorno de la Doctrina Monroe, con intervenciones estadounidenses en América Latina justificadas desde Washington.
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