La adaptación de Netflix de El problema de los 3 cuerpos lleva a la pantalla conceptos científicos complejos de una manera sorprendentemente digerible, en comparación con los declaradamente intrincados conceptos que se examinan en las novelas de Cixin Liu.
Lo mejor de todo es que, aun que la invasión extraterrestre es ficción, la ciencia es ciencia.
—Siguen spoilers de la primera temporada de El Problema de los tres cuerpos.—
Una de las áreas clave exploradas en El problema de los 3 cuerpos es la nanotecnología, en particular las nanofibras. Le corresponde impulsarlo (en la serie, que no en la novela original) a la doctora Auggie Salazar (interpretada por Eiza González), quien logra desarrollar un filamento ultrafino, de más o menos una centésima parte de un cabello humano, que es tan fuerte que puede cortar el diamante, pero resulta, por su delgadez, invisible a simple vista.
Las nanofibras de Auggie son las protagonistas de la que debatiblemente puede ser la mejor escena de la temporada, cuando se usan para fabricar lo que el libro llama una ‘cítara’.
Se trata, en términos simples, de dos postes ubicados en el corte Culebra, el paso más estrecho del Canal de Panamá, entre los cuales se tienden estas nanofibras, a espacios de 50 cm una de otra. El resultado es una especie de rallador industrial capaz de reducir a tiras de metal y carne a un barco... y sus ocupantes.
El barco se estrella contra la orilla, con sus surrealistas rebanadas cortadas cayendo unas sobre otras “como una pila de platos llevada por un camarero torpe”, según escribió el autor. Es una escena tan impactante, que tarde o temprano obliga a la pregunta: ¿Esta tecnología existe en el mundo real?
Profundicemos, entonces, en el apasionante campo de las nanofibras y en su papel en El Problema de los 3 cuerpos.
¿Qué son las nanofibras?
En el mundo real, las nanofibras son fibras con un diámetro inferior a 500 nanómetros. Por poner un ejemplo, la desarrollada en los setenta por Peter K. Baumgartner por electrospinning de textiles de acrílico tenía un diámetro de entre 0,05 y 1,1 micronanómetros.
Las nanofibras se fabrican mediante métodos como el mencionado electrospinning (también llamado electrohilado), el autoensamblaje y la separación por inducción termal.
Se trata, pues, como en la serie, de materiales extremadamente delgados, hechos de sustancias de carbono fuertes, con excepcionales propiedades de conductividad del calor y la electricidad. Cuando se tensan, como se demuestra en la mencionada escena de El problema de los 3 cuerpos, las nanofibras podrían teóricamente cortar casi cualquier material.
Teóricamente. Porque si bien la representación de las nanofibras en El problema de los 3 cuerpos es, como decíamos, impactante, haríamos bien en recordar que ese no es en absoluto el estado de las cosas hoy.
El problema del calor
Una consideración que la serie elude convenientemente es la de la fricción. En la escena del episodio cinco, las fibras invisibles cortan el metal como un cuchillo caliente en un bloque de mantequilla, pero no hay ninguna señal de que nada esté, en efecto, caliente.
En un escenario real, la fricción entre las fibras y el casco de la nave produciría calor. MUCHO calor. Si bien es posible que el punto de fundición del metal sea más bajo que el de las ficticias nanofibras, cuyas propiedades desconocemos, en algún punto incluso éstas se fundirían.
En la serie, Auggie termina horrorizada cuando ve lo que su invención puede hacerles a cuerpos humanos. Como Nobel y la dinamita, como Oppenheimer y la bomba, descubre demasiado tarde que no controla su creación. Su arco en la primera temporada la muestra en un país de América Latina, usando sus nanofibras para un bien más humanitario: filtros de agua para controlar enfermedades.
La segunda temporada -si llega- responderá si la masacre del Día del Juicio Final valió la pena. Los productores de El problema de los tres cuerpos ya la están planeando, aunque de momento no se ha hecho ningún anuncio oficial.
La primera temporada de El problema de los tres cuerpos está disponible en streaming en Netflix.
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