La historia de Frisby, una de las marcas más reconocidas en el sector de alimentos en Colombia, comenzó hace más de cuatro décadas en Pereira, cuando fue fundada por Liliana Restrepo Arenas y Alfredo Hoyos Mazuera en 1977.
Aunque inicialmente todo comenzó como un local de pizzas y helado, Frisby terminará revolucionando el mercado con una receta que entonces era inédita en el país: el pollo apanado al estilo estadounidense.
Sin embargo, esta trayectoria que le significó pasar de un pequeño puesto en una ciudad intermedia a convertirse en una de las cadenas de comida rápida más grandes de Colombia, actualmente se ve amenazada por un conflicto de propiedad intelectual en Europa.
De pizzería local a referente nacional

Aunque Frisby nació como una pizzería, rápidamente encontró su identidad en el pollo frito. Y a lo largo de los años, la compañía ha crecido de forma sostenida, con un modelo de negocio que prioriza la sostenibilidad, el bienestar de sus empleados y la inversión social.
Su impacto va más allá del sector gastronómico. Uno de sus proyectos insignia es el Instituto Tecnológico de Dosquebradas Alfredo Hoyos Mazuera, una institución educativa que ha graduado cientos de jóvenes en carreras técnicas, muchas de ellas en alianza con el SENA.
En cifras, Frisby S.A. BIC reportó ingresos por 853.249 millones de pesos en 2023, con una utilidad neta de 42.270 millones de pesos. Y según datos de Sales Track, la marca posee una participación del 24,5 por ciento en el mercado colombiano de pollo frito, superando a competidores como KFC (11,4 por ciento) y Kokoriko (7,2 por ciento).
El conflicto en Europa: marca registrada, pero no autorizada

En septiembre de 2024, un empresario europeo radicado en Bilbao solicitó el registro de la marca Frisby en la Unión Europea, sin tener relación con la empresa original.
La solicitud fue aprobada en diciembre, lo que permitió el nacimiento de Frisby España SL, una compañía que ahora se prepara para abrir su primer restaurante y ofrecer domicilios a través de plataformas digitales.
Frisby Colombia, por su parte, ha alegado que no autorizó la expansión internacional de su marca y que su identidad visual, incluyendo el logotipo y la mascota, está siendo utilizada sin permiso.
La empresa inició acciones legales ante la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), pero enfrenta una barrera: no presentó oposición formal dentro del plazo de tres meses posterior al registro europeo, lo que podría interpretarse como aceptación tácita.
El empresario detrás del registro en España afirma que su intención fue legítima y que incluso propuso un acuerdo de licencia a Frisby Colombia, sin recibir respuesta. A pesar de reconocer la carga emocional del caso para los colombianos, defiende su actuación bajo el principio legal de “úselo o piérdalo”.
Implicaciones legales y lecciones empresariales

La disputa pone sobre la mesa la importancia de la protección marcaria internacional. Según expertos en derecho comercial, se pone evidencia la necesidad de registrar marcas en mercados estratégicos donde haya alta presencia de migrantes o potencial comercial, incluso si no hay operaciones activas.
Además, subrayan que el registro de una marca no solo protege el posicionamiento logrado, sino que puede convertirse en un activo transable, incluso si el negocio en sí no prospera.
Por ahora, Frisby España SL reiteró que es el único proyecto registrado, operativo y legalmente autorizado para representar y desarrollar la marca FRISBY en Europa, con titularidad vigente ante la EUIPO y uso efectivo conforme a la normativa aplicable.
Y reiteraron que en ausencia de un entendimiento razonable en el corto plazo, se continuará con la expansión en Europa de manera unilateral, irreversible y en conformidad con la legalidad vigente.
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