Stop Killing Games: la iniciativa por la preservación de los videojuegos cuyo logro más reciente asusta a la industria

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Jimmy Pepinosa

Editor

La lucha por la preservación de los videojuegos acaba de entrar en una nueva fase tras el avance significativo de Stop Killing Games, una iniciativa que, al superar el millón de firmas, se posicionó como uno de los movimientos más contundentes en defensa del derecho de los jugadores a seguir accediendo a los títulos que han adquirido, incluso cuando las compañías cierran sus servidores.

La campaña, creada en abril de 2024 por Ross Scott, creador de contenido conocido por su canal de YouTube Accursed Farms, surgió como reacción directa al anuncio de Ubisoft de desconectar The Crew, un juego de conducción en mundo abierto.

A partir de allí, la iniciativa se convirtió en un espacio de protesta contra la práctica creciente de retirar juegos digitales o cortarles acceso online, dejando a los usuarios sin posibilidad de utilizarlos aunque los hayan comprado.

¿Por qué recoger firmas?

Stop Killing Games 1 (Stop Killing Games)

El movimiento logró superar los 1.07 millones de firmas recogidas a través del mecanismo de Iniciativa Ciudadana Europea, un proceso oficial que, de cumplir con los requisitos de validez y distribución de firmas en varios países, obliga a la Comisión Europea a estudiar la viabilidad de legislar sobre el tema.

Sin embargo, Scott ha advertido que no todo está asegurado. Una proporción de las firmas podría ser invalidada por errores en el registro o por intentos de falsificación, lo que ha elevado la meta real a 1.4 millones de apoyos antes de la fecha límite del 31 de julio.

En sus declaraciones recientes, Scott explicó que este es un proceso gubernamental, no una simple petición en plataformas como Change.org, y que presentar firmas falsas constituye un delito que podría derivar en investigaciones por parte de Europol o Interpol.

Crece el apoyo a la iniciativa

Stop Killing Games 2 (Pexels)

Pese a estos obstáculos, el movimiento ha ganado tracción gracias al respaldo de creadores de contenido influyentes como Jacksepticeye, penquinz0 (Cr1TiKaL) o Ludwig, que amplificaron su mensaje en redes y plataformas de video.

La propuesta de Stop Killing Games busca obligar a los desarrolladores y editores a garantizar, siempre que sea técnicamente viable, la conservación de juegos, tanto multijugador como de un solo jugador, que dependan de componentes online para funcionar.

El objetivo es evitar que títulos como Anthem, recientemente anunciado para su cierre, o juegos con modos online integrados, como Dark Souls o Death Stranding, queden inutilizados tras la clausura de sus servidores.

Para Scott y sus seguidores, el cierre de estos juegos no solo significa la pérdida de acceso para consumidores que pagaron por ellos, sino también un daño cultural y patrimonial, pues limita la posibilidad de conservar obras digitales para futuras generaciones.

Rechazo del lobby de desarrolladores europeo

Stop Killing Games 3 (Pexels)

La industria, por su parte, ha comenzado a manifestar sus reservas. Video Games Europe, la asociación que agrupa a desarrolladores y editores del sector en la Unión Europea, emitió un comunicado en el que reconoce la pasión de la comunidad de jugadores, pero defendió que la decisión de cerrar servidores nunca se toma a la ligera y es, en muchos casos, una necesidad económica.

La organización argumenta que mantener servidores activos o habilitar opciones como servidores privados implica riesgos legales, especialmente en materia de protección de datos, moderación de contenidos y derechos de propiedad intelectual.

Además, sostiene que forzar a las compañías a mantener juegos operativos podría volver prohibitivo el desarrollo de títulos diseñados exclusivamente para funcionar en línea.

Aun así, Video Games Europe dejó abierta la puerta a un diálogo con las instituciones europeas y con los promotores de la iniciativa para encontrar posibles vías intermedias.

Qué sigue

Stop Killing Games 5 (Pexels)

El próximo mes será clave para el futuro de Stop Killing Games. Si logra alcanzar el umbral de firmas necesario y sortear el proceso de validación, la Comisión Europea estará obligada a evaluar posibles cambios legislativos.

Aunque el resultado final aún es incierto, de aprobarse nuevas regulaciones, podrían sentarse precedentes que obliguen a la industria a replantear cómo gestiona sus catálogos y servicios online.

Mientras tanto, el debate crece alrededor de una cuestión clave: el concepto de propiedad en la era digital. Para los jugadores, comprar un juego equivale a adquirir un producto que debería permanecer accesible, mientras que la industria insiste en que, en la mayoría de los casos, se está adquiriendo una licencia de uso, no el software en sí.

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