La NASA atraviesa una de las etapas más complejas de su historia reciente. En medio de recortes presupuestales, reestructuraciones internas y un clima político incierto, la agencia espacial estadounidense anunció una nueva ola de despidos que esta vez afecta directamente a su joya científica: el Jet Propulsion Laboratory (JPL).
Se trata del centro de investigación responsable del diseño y operación de misiones legendarias como los rovers Curiosity y Perseverance, el cual reducirá su plantilla en unas 550 personas, cerca del 10 por ciento de su fuerza laboral.
La medida, según explicó su director, Dave Gallagher, no está relacionada con el actual cierre parcial del gobierno estadounidense, sino con un plan de “realineamiento estratégico” que busca garantizar la sostenibilidad del laboratorio en el largo plazo.
Laboratorio para la exploración del espacio profundo
(NASA)
El Jet Propulsion Laboratory, ubicado en en Pasadena, California, es mucho más que un centro de investigación. Es el corazón del desarrollo robótico y tecnológico de la NASA.
De hecho, es el lugar donde nacieron misiones pioneras hacia todos los planetas del sistema solar y donde se gestó la red de comunicaciones más avanzada del mundo: la Deep Space Network, que permite mantener contacto con sondas a miles de millones de kilómetros de distancia.
Desde sus instalaciones, JPL también ha liderado proyectos de observación terrestre, el desarrollo de satélites climáticos y las misiones de próxima generación como la Europa Clipper, que estudiará una de las lunas heladas de Júpiter, y el telescopio Euclid, diseñado para investigar la materia oscura.
Por eso, el anuncio de despidos ha encendido las alarmas entre científicos y observadores internacionales, quienes advierten que una reducción de personal de esta magnitud podría afectar la continuidad de algunos de estos programas clave.
“Una medida necesaria para garantizar el futuro”
(NASA)
En una carta enviada a los empleados, Gallagher explicó que la decisión “no ha sido fácil, pero es esencial para asegurar el futuro del laboratorio”. El objetivo, dice, es crear una estructura más eficiente, con foco en las áreas de mayor impacto tecnológico y científico.
“Debemos mantener la disciplina fiscal y adaptarnos a un ecosistema espacial en evolución”, aseguró el director.
Sin embargo, dentro y fuera de la NASA, muchos interpretan este ajuste como una respuesta directa al clima de incertidumbre presupuestal que enfrenta la agencia, con recortes del 24 por ciento propuestos para 2026 bajo la actual administración de Donald Trump.
Una tormenta mayor en la agencia espacial
(NASA)
Los despidos en el JPL no son un hecho aislado. Desde comienzos del año, la NASA ha experimentado un éxodo de personal sin precedentes, impulsado por programas de retiro voluntario y jubilaciones anticipadas.
Se estima que cerca de 4.000 empleados han abandonado la agencia, reduciendo significativamente su capacidad operativa justo cuando se desarrollan proyectos estratégicos como Artemis, que busca llevar nuevamente a la humanidad a la Luna, y la exploración tripulada de Marte.
Además, la llamada “Declaración Voyager”, firmada por más de 360 científicos actuales y retirados de la NASA, ha puesto sobre la mesa una preocupación profunda: que los recortes pongan en riesgo la seguridad, el prestigio y la continuidad científica de la institución.
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