¿En peligro el regreso a la Luna o las futuras misiones a Marte? La NASA está experimentando la peor fuga de talentos de su historia y la razón tiene nombre propio: Trump

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Jimmy Pepinosa

Editor

En el horizonte de la exploración espacial estadounidense se ha encendido una alerta de gran magnitud porque mientras la NASA avanza en sus planes para regresar a la Luna y prepara el terreno para futuras misiones tripuladas a Marte, la agencia se enfrenta a una crisis interna sin precedentes: más de 2.600 empleados civiles han aceptado dejar sus cargos.

Un golpe significativo si se tiene presente que entre ellos, más de 2.100 pertenecen a niveles técnicos y de gestión considerados esenciales para el desarrollo de las misiones más ambiciosas del siglo XXI.

La situación se explica en parte por un paquete de incentivos promovido por la administración de Donald Trump, que busca reducir masivamente el tamaño del gobierno federal y desde desde la época en la que Elon Musk lideraba DOGE, ha tenido a la NASA como un blanco prioritario.

El golpe de la guillotina Trump

Nasa Trump 3 (NASA)

Desde la Casa Blanca se ha planteado un recorte del 25  por ciento al presupuesto de la NASA para el año fiscal 2026, así como la eliminación de más de 5.000 puestos de trabajo.

La estrategia incluye jubilaciones anticipadas, renuncias diferidas y ofertas de retiro voluntario, pero también contempla despidos obligatorios si no se alcanza el volumen deseado de salidas.

Los efectos de estas medidas ya están afectando a la columna vertebral de la agencia. Entre quienes han dejado sus cargos se encuentran 875 trabajadores del nivel GS-15, el escalafón más alto dentro de la carrera civil federal.

Estas posiciones concentran una gran proporción del conocimiento técnico, la gestión de proyectos y la supervisión de misiones científicas y operativas.

Qué áreas han sido más afectadas

Nasa Trump 1 (NASA)

Según documentos revelados por Politico, el 68  por ciento de las salidas corresponden a personal directamente involucrado en áreas misionales como ciencia, vuelos espaciales tripulados o tecnología de propulsión.

La desbandada ha golpeado a los diez centros regionales de la NASA, donde se desarrolla buena parte del trabajo científico y de ingeniería.

El Goddard Space Flight Center en Maryland, especializado en investigación espacial, lidera la lista con 607 salidas confirmadas.

En el Johnson Space Center de Houston, sede de las operaciones de vuelos tripulados, se han ido 366 empleados.

Mientras que el Kennedy Space Center en Florida, punto de partida de lanzamientos como el del Artemis II, perdió a 311. En Washington, la sede central también se ha visto afectada, con 307 trabajadores fuera de servicio.

Aunque en algunos casos los recortes coinciden con los objetivos presupuestales del Ejecutivo, en otros se han superado los límites previstos, lo que podría comprometer tareas críticas.

En Johnson, por ejemplo, ya ha salido casi todo el personal que el plan de Trump preveía reducir, cuando aún no se han concretado los reemplazos ni se ha aclarado la estrategia para mantener el liderazgo operativo en futuras misiones lunares.

Misiones clave en juego

Luna Iluminacion 3 (NASA)

El contexto no es alentador. La NASA sigue operando sin un administrador confirmado por el Senado, lo que ha aumentado la incertidumbre entre los funcionarios.

Las misiones Artemis, que buscan instalar una presencia humana sostenible en la Luna para 2027, podrían quedar en riesgo si no se logra mantener la continuidad técnica y el conocimiento acumulado durante décadas.

Por otra parte, el escenario para Marte, cuya primera misión tripulada está proyectada para la década de 2030, se torna aún más lejano.

Un futuro incierto para la NASA

Nasa Trump 2 (NASA)

Según explicó Casey Dreier, director de política espacial de The Planetary Society, la pérdida de experiencia técnica y administrativa puede afectar profundamente la capacidad de ejecución de la NASA: “Se está drenando el conocimiento gerencial y técnico de la agencia. ¿Cuál es la estrategia? ¿Qué se espera lograr con esto?”, cuestionó.

Solo en el equipo legislativo de la NASA, que se encarga de responder a los requerimientos del Congreso, cinco empleados han dejado sus cargos. Aunque parezca una cifra menor, representa casi el 15  por ciento de una oficina clave para asegurar apoyo político y financiamiento.

La agencia, por su parte, ha intentado proyectar tranquilidad. En una declaración oficial, la portavoz Bethany Stevens aseguró que la NASA “sigue comprometida con su misión, trabajando con un presupuesto más priorizado”, y que está colaborando con la administración para continuar liderando la exploración espacial.

Sin embargo, puertas adentro, los funcionarios reconocen que el impacto será duradero. Uno de los trabajadores que decidió acogerse a la renuncia diferida afirmó, bajo anonimato, que existe un temor generalizado a lo que viene: “Las cosas solo pintan para empeorar. Muchos nos vamos no porque queramos, sino porque no hay claridad sobre el futuro”.

Incluso si el Congreso finalmente rechaza los recortes propuestos por la Casa Blanca, el daño ya está hecho. La fuga de talento difícilmente se revertirá en el corto plazo. Las habilidades desarrolladas dentro de la NASA son altamente valoradas en la industria espacial privada, donde empresas como SpaceX, Blue Origin o Boeing ofrecen mejores salarios y condiciones más estables.

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