Los nuevos datos sobre el material que expulsa 3I/ATLAS desconciertan a los científicos y aumenta la actividad inusual de este objeto interestelar a días de alcanzar el punto más cercano con el Sol

3I/ATLAS
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Jimmy Pepinosa

Editor

El visitante interestelar 3I/ATLAS, detectado en julio de este año, está desafiando lo que los astrónomos creían saber sobre los cometas. 

A pocos días de alcanzar su perihelio, el punto más cercano al Sol, las nuevas observaciones desde la Tierra y el espacio revelan un comportamiento de este objeto que no encaja con los modelos tradicionales. 

Entre sus anomalías se ha detectado un chorro de gas dirigido hacia el Sol, una composición rica en níquel pero carente de hierro, una emisión de agua a temperaturas inesperadamente bajas y una actividad de polvo sorprendentemente lenta.

No se comporta como un cometa normal

3I/ATLAS (TTT)

3I/ATLAS es apenas el tercer objeto interestelar detectado que atraviesa el Sistema Solar, después de 1I/‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). Pero a diferencia de ellos, su comportamiento es aún más desconcertante.

Las imágenes más recientes, captadas desde el Telescopio Gemelo de Dos Metros (TTT) en las Islas Canarias, muestran que el cometa emite un chorro de gas hacia el Sol, en dirección opuesta a la física habitual de estos cuerpos, que suelen desarrollar una cola antisolar. 

En las imágenes, el flujo gaseoso se extiende varios miles de kilómetros y se distingue la ausencia de una cola tradicional, lo que ha llevado a los astrónomos a reconsiderar los mecanismos que lo impulsan.

El fenómeno fue confirmado por varios observatorios en Europa y coincide con la actividad observada semanas atrás por el telescopio Keck II, en Hawái, que identificó una inusual anticola, un penacho de partículas que, en lugar de alejarse del Sol, apunta hacia él. Este comportamiento no se había registrado en ninguno de los cometas del Sistema Solar ni en los visitantes interestelares previos.

Un gas metálico que plantea un nuevo enigma químico

3I/ATLAS (NASA)

El equipo del Observatorio Keck también detectó un patrón químico fuera de lo común: el material que 3I/ATLAS expulsa al espacio contiene níquel, pero casi nada de hierro. Este desequilibrio elemental es inédito y ha despertado hipótesis sobre procesos químicos no observados antes en cometas naturales.

Los investigadores proponen que el objeto podría estar experimentando una reacción de formación de níquel-carbonilo, un compuesto que, hasta ahora, solo se ha producido de forma controlada en procesos industriales en la Tierra.

Esta observación sugiere que el interior de 3I/ATLAS podría albergar condiciones químicas muy diferentes a las del material cometario de nuestro Sistema Solar, abriendo la posibilidad de que se formara en un entorno interestelar con temperaturas o presiones radicalmente distintas.

Sin coma visible y con una actividad extremadamente lenta

3I/ATLAS (NASA)

Otro hallazgo que desconcierta a los astrónomos proviene del satélite TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite) de la NASA. Su cámara, diseñada para detectar exoplanetas, también logró registrar imágenes de 3I/ATLAS durante los meses de mayo y junio.

El análisis de más de 9.000 capturas no mostró una coma visible, la nube de gas y polvo que suele envolver a los cometas, aunque el brillo del objeto sugiere que podría existir una capa tenue y aún no resuelta por los instrumentos.

Si esa coma realmente está presente, los científicos calculan que el polvo se estaría expulsando a velocidades muy bajas, inferiores a los 10 metros por segundo, lo que representa una desaceleración extrema frente a los valores típicos observados en los cometas del Sistema Solar. 

Este comportamiento podría indicar que el núcleo del objeto es especialmente masivo, o que su superficie está compuesta por materiales que responden de forma diferente al calor solar.

Un hidrante cósmico 

3I/ATLAS (NASA)

Pese a la escasa actividad visible, el Observatorio Neil Gehrels Swift de la NASA detectó emisiones ultravioleta compatibles con radicales de hidroxilo (OH), una firma química que delata la presencia de agua en la superficie del cometa.

El hallazgo, realizado por investigadores de la Universidad de Auburn, reveló que 3I/ATLAS está liberando agua a más de tres veces la distancia entre la Tierra y el Sol, una región donde normalmente las temperaturas aún no permiten la sublimación del hielo. 

A esa distancia, el cometa pierde unos 40 kilogramos de agua por segundo, una tasa comparable al flujo de una boca de incendios a máxima potencia.

Este comportamiento implica que el hielo podría estar distribuido en fragmentos dentro del núcleo, liberándose de manera irregular conforme el objeto se acerca al Sol. 

Los astrónomos creen que este patrón podría reflejar procesos de formación distintos a los de los cometas del Sistema Solar, ofreciendo una ventana única para estudiar cómo se originan estos cuerpos en otros sistemas planetarios.

El 29 de octubre, una fecha clave

3I/ATLAS (NASA)

La expectativa crece a medida que se acerca el 29 de octubre, cuando 3I/ATLAS alcanzará su punto más cercano al Sol. En esa fecha, la radiación solar será intensa y podría provocar un aumento repentino de su actividad, o incluso su fragmentación.

Las agencias espaciales mantienen sus telescopios apuntando hacia él, aunque el cierre parcial del gobierno de Estados Unidos ha retrasado la publicación de las imágenes captadas por la cámara HiRISE a bordo del Mars Reconnaissance Orbiter.

Mientras tanto, la Agencia Espacial Europea ha publicado una secuencia obtenida desde Marte que confirma el paso del objeto, aunque sin detalles concluyentes sobre su estructura.

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