Jimmy Pepinosa
EditorAunque la terapia psicodélica sigue siendo ilegal en la mayoría de los países, con excepciones limitadas en lugares como Oregón, Colorado o Australia, lo cierto es que el interés por este enfoque terapéutico que utiliza sustancias en combinación con psicoterapia para tratar diversas condiciones de salud mental, ha crecido de manera considerable.
Y aunque su estatus legal aún incierto en gran parte del planeta la ha convertido en una opción cara y poco accesible, también abrió la puerta a una alternativa inesperada: la inteligencia artificial.
De hecho, lo que alguna vez habría sonado como el guion de una película de ciencia ficción, ahora empieza a perfilarse como un área en la que startups tecnológicas, laboratorios de biotecnología psicodélica y empresas de salud mental experimentan para crear una nueva industria.
Alterd, un ejemplo de esta evolución
(Alterd)
En la frontera de este fenómeno se encuentran plataformas como Alterd, una app de diario digital impulsada por IA, que propone a sus usuarios “explorar nuevas dimensiones”, especialmente orientada a consumidores de psicodélicos, cannabis y meditación.
Y Wired recogió el testimonio de uno de sus usuarios. Trey, un paramédico de 36 años de Atlanta, quien decidió consumir 700 microgramos de LSD, utilizando a Alterd como único “tripsitter”, término que en el lenguaje psicodélico se refiere a la persona sobria encargada de cuidar y guiar al viajero.
La experiencia, relata, transformó su relación con el alcohol y le proporcionó lo que describe como una libertad emocional inédita.
Asimismo, asegura que mantiene interacciones frecuentes con el chatbot de Alterd, al que define como “una especie de mejor amigo”, capaz de devolverle reflexiones profundamente personalizadas.
La aparición de los “AI tripsitters”
(Pexels)
Alterd no es un chatbot genérico como ChatGPT. Su creador, Sam Suchin, aseguró que han desarrollado un modelo capaz de reflejar patrones de pensamiento, estado emocional y datos de entradas previas del usuario, con la intención de generar insights personalizados.
Su función “chat with your mind” se basa en el análisis de las emociones y patrones conductuales de cada usuario, ofreciendo respuestas que buscan no solo acompañar, sino también cuestionar patrones de comportamiento, incluso el uso excesivo de sustancias.
Otra compañía, Mindbloom, especializada en terapias con ketamina a domicilio en Estados Unidos, también ha empezado a integrar herramientas de IA en su enfoque.
Los usuarios, que pagan alrededor de 1.200 dólares por seis sesiones, pueden grabar reflexiones de voz tras cada viaje psicodélico. La IA procesa ese contenido para devolver insights emocionales y recomendaciones de integración.
Además, genera piezas de arte digital inspiradas en las emociones y visiones narradas por el paciente, con la intención de mantener un anclaje tangible a la experiencia psicodélica.
IA como terapia complementaria
(Pexels)
El interés empresarial en esta convergencia es creciente. Christian Angermayer, fundador de Atai Life Sciences, uno de los gigantes de la biotecnología psicodélica, ve la IA como una pieza esencial para “terapias complementarias” que ayuden a los pacientes a sostener cambios de estilo de vida tras sus sesiones psicodélicas.
No obstante, Angermayer subraya que, durante la experiencia misma, “siempre debe haber, al menos, un profesional de la salud disponible” para intervenir en caso de crisis.
Más allá de chatbots, se exploran proyectos que rozan la ciencia ficción: IA integradas con dispositivos de neuromodulación cerebral, trajes hápticos y simulaciones de realidad virtual que respondan en tiempo real al estado emocional y fisiológico del usuario durante el viaje psicodélico.
Incluso una investigación publicada el año pasado en Annals of the New York Academy of Sciences describió cómo la combinación de IA, VR y estimulación cerebral podría, en teoría, modular la experiencia psicodélica para intensificar o suavizar sus efectos, e incluso personalizar visiones e insights.
Entre la promesa y el peligro
(Pexels)
Sin embargo, las implicaciones de ceder la guía de experiencias psicodélicas potencialmente intensas y desestabilizadoras a algoritmos, generan preocupación entre expertos en salud mental y neurociencia.
Manesh Girn, neurocientífico de la Universidad de California en San Francisco, advierte que ningún modelo de lenguaje puede ofrecer la sensibilidad emocional y la capacidad de co-regular el sistema nervioso del paciente como lo haría un terapeuta humano.
A su juicio, la alianza entre IA y psicodélicos conlleva un alto riesgo de daño psicológico si se sustituye la presencia humana.
Ya existen antecedentes inquietantes, aunque fuera del contexto psicodélico. En foros como Reddit circulan testimonios sobre episodios psicóticos vinculados a interacciones prolongadas con chatbots.
También se han documentado casos trágicos, como el de un hombre que, según su viuda, se suicidó tras mantener interacciones con un bot que, presuntamente, lo alentó a quitarse la vida.
Jamie Wheal, autor de Stealing Fire, teme que los bots acaben ofreciendo a usuarios impresionables un eco constante de halagos o espiritualidad “barata”, reforzando delirios en lugar de cuestionarlos.
A ello se suma la capacidad de los grandes modelos lingüísticos para “alucinar” respuestas, inventar datos o, simplemente, repetir sin filtro las suposiciones contenidas en las preguntas de los usuarios, lo que puede derivar en experiencias engañosas o peligrosas.
Para Nate Sharadin, filósofo y especialista en seguridad de IA, es improbable que estos bots sean más seguros que un terapeuta humano, pero quizá sí lo sean comparados con la ausencia total de acompañamiento. Sin embargo, subraya que ningún desarrollador ha sometido a sus modelos a pruebas exhaustivas en contextos como “guíame en un viaje con LSD”, por lo que sus reacciones siguen siendo impredecibles.
Ver 0 comentarios